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Fernando Iwasaki, el premio Don Quijote de La Rinconada

Cultura y ocio |

Es un edificio sombrío que se erige en un recodo de la Avenida de la Palmera , una pieza de un puzzle ajeno encajada sin mucho esfuerzo entre aquellas calles soleadas. La construcción escalonada es una atalaya desde la que se divisa el Estadio Benito Villamarín, situado enfrente, hasta el rótulo del Hospital Virgen del Rocío en la lejanía. Este bastión es la sede de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco, cuyo director es el escritor peruano, afincado en La Rinconada desde hace más de 20 años, Fernando Iwasaki, quien recientemente ha recibido de manos del Rey el Premio Don Quijote de Periodismo. Este galardón se encuentra dentro de los Premios Internacionales de Periodismo Rey de España, otorgados por la Agencia EFE, y con él se ha premiado a la crítica sobre el uso del español como lengua de entretenimiento y no de conocimiento, del peligro que tiene el idioma castellano de ser cada vez más irrelevante pese a tener un creciente número de hablantes, que realiza Iwasaki en su artículo “La mancha extraterritorial”, publicado en el periódico chileno El Mercurio el 14 de agosto de 2014.

Iwasaki, que es un hombre polifacético, escritor a la vez que tutor y gestor cultural, colaborador en muchos periódicos de referencia, tanto de España como de otros países hispanohablantes, siempre presenta un semblante calmado y unos hábitos tranquilos. Y eso que no para de trabajar. Según su visión, pertenece a “una generación en la que era necesario adquirir una versatilidad que te pudiera dar más opciones de encontrar salidas laborales, una generación en la que trabajábamos en muchas cosas porque teníamos muchas necesidades”. Tal vez por la proximidad de su centro de trabajo al campo del Betis, gusta de añadir a modo de símil que “si un futbolista es medio centro, pero a la vez juega por la banda y defiende, ese tipo será un gran fichaje”. Toda una mentalidad que, para él, “no hemos sabido, o no hemos querido, inculcar a las generaciones actuales”. Consecuencia de ello, el autor peruano opina que las sociedades hispanohablantes “orientan más sus esfuerzos a desarrollar la cultura del placer, y no la del saber”, siendo esta una de las claves de su artículo galardonado.

“Del mismo modo que entre los diez mejores equipos de fútbol del mundo siempre encontramos a dos hispanos, deberíamos procurar que entre las 200 mejores universidades del planeta hubiera al menos una hispanohablante”, afirma Iwasaki a la vez que defiende un mayor incremento de los presupuestos destinados por las instituciones públicas y privadas al conocimiento. Que el español es una de las lenguas supremas del arte y las letras no lo niega en ningún momento, pero para él “que un sueco tararee una canción de Shakira no es suficiente si el idioma español no consigue incorporarse como una lengua de referencia científica, ámbito en el que nuestro idioma es insignificante”. La desaparición de las bibliotecas de libros en castellano existentes hasta hace poco en ciudades como Nueva York o Tokio, donde las comunidades de hispanohablantes forman núcleos muy potentes y crecientes en número, es el factor en el que se apoya Iwasaki, para quien “la audiencia de un partido de futbol es un dato, pero no el dato que debemos seguir, porque no confirma que esos millones de televidentes consuman literatura o vean cine en español. Solo indica que ven fútbol”.

Así, defiende como actores clave en la defensa de las letras castellanas a aquellos autores que proviniendo de países extranjeros, que han sido criados con otra lengua materna, han optado por el español para desarrollar su carrera como autores literarios, grupo al que define como “la mancha extraterritorial”. Max Aub es un buen ejemplo de este grupo de autores que destaca Iwasaki, que se sintieron identificados por diversos motivos con la cultura hispana hasta el punto de adoptar la lengua castellana como propia para escribir sus trabajos. Para Iwasaki, “al mismo tiempo que aplaudimos a los escritores que adoptan el francés o el inglés, cuando su lengua materna es otra, deberíamos alabar y aplaudir también a los que adoptan el español”.

Continuando en esta línea de defensa de la identidad del idioma español y de la necesidad de mejorar ciertos aspectos de la sociedad hispanohablante, el premio Don Quijote de Periodismo, Fernando Iwasaki, no puede sino elogiar siempre a La Rinconada, “nuestro pueblo, que ha crecido por la llegada de trabajadores de diferentes zonas geográficas” dando como resultado “una especie de experimento sociológico de lo que se ha vivido y está viviendo en el planeta. Nuestra localidad es un pueblo de gente trabajadora, abierto a lo que llega desde fuera y que siempre ha sabido integrar. A consecuencia de ello, hoy día es un potente núcleo industrial, cultural y deportivo, ejemplo para muchos y del que debemos sentirnos muy orgullosos”.

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