Pocas butacas vacías para una esmerada clausura del curso en la que participaron 34 personas y en la hubo música, payasos, danza y sorpresas para un público tan exigente como es el infantil
El
cuentacuentos de la biblioteca San José pone punto y seguido hasta después del
verano con su tradicional puesta en escena en el Centro Cultural de la Villa de
una historia mediante la cual se trasmite valores importantes para la
convivencia. En este caso, la amistad y la solidaridad han marcado el rumbo de este fin de curso. Los encargados de
transmitir estos mensajes han sido un grupo de artistas callejeros que ante la
necesidad de recaudar fondos para que uno de ellos pudiera recibir asistencia
médica por una enfermedad no dudan en colaborar en ese fin con lo que mejor
saben hacer que es mostrar sus cualidades artísticas.
Con ese ánimo mimos, payasos, músicos,
bailarines, un cuentacuentos y hasta un trompetista con su cabra se ponen manos
a la obra. Espectadores de lo más diverso van pasando por delante de este grupo
de artistas callejeros solidarios que terminan su actuación con una gran fiesta
al descubrir que su amigo tan sólo había sufrido un desvanecimiento sin
importancia dejando clara una doble moraleja: lo importante que es ayudarse
unos a otros y lo necesario que es demostrar nuestro cariño a los seres
queridos.
Un total de 34 personas han participado en esta puesta en escena de la que disfrutaron más de 400 espectadores que también fueron víctimas de un par de bromas que les gastaron estos artistas callejeros y que tuvieron como protagonistas con un impertinente teléfono móvil cuya propietaria tuvo que salir a bailar por haber interrumpido la obra y un policía no muy efectivo que intentó dar caza a un ladrón sin demasiado éxito.