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La autoexpulsión del delantero descentra a un equipo que fue capaz de rehacerse y, a pesar de estar con diez 70 minutos, tener opciones hasta el final
No hizo un mal partido el San
José en
El delantero ya se calentó con Lolo, su compañero, que le recriminó que protestara una jugada tan intrascendente como un saque de banda. Poco después hizo una falta –dicen en el San José que no toca al futbolista onubense y que hay un vídeo que lo demuestra- que le costó la amarilla. Pero, independientemente que fuera o no falta, el ariete estaba totalmente fuera del partido. Tanto es así que un minuto después, con el balón fuera del campo, hizo otra entrada que le costó la segunda tarjeta. Se quejaba que tampoco le había dado, pero sólo la intención que llevaba ya es condenable e inadmisible para cualquier jugador, máxime con su experiencia.
La expulsión multiplicó la tensión y el San José se fue del partido. Fermín hizo el 1-0 tras una balón lateral en el que los cañameros reclamaron fuera de juego y, poco después, Diego hizo de penalti el segundo –antes ya habían reclamado una pena máxima de Linares los de Juan José Alfaro-.
Con el segundo gol en contra el San José se centró y empezó a jugar. Las aguas se calmaron y, aunque el arbitraje seguía siendo calamitoso, los azulinos se fueron arriba porque no estaban dispuestos a decir su última palabra. Y recortaron distancias tras un córner con un remate desde el corazón del área de Sebas González.
En la segunda mitad, los de Dioni Arroyo dieron la cara. Ni el cansancio derivado de la inferioridad ni la labor del colegiado minaron la moral cañamera que, hasta el pitido final, estuvo buscando la portería de Ezequiel, con algunas ocasiones claras para devolver las tablas al marcador. El técnico fue metiendo toda la pólvora que tenía para jugarse el todo por el todo, pero no encontró la recompensa del empate que, quizás, por empuje y sacrificio, mereció.