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El éxito de la ciencia es el trabajo en equipo

Educación |

El equipo Tecno San José ha presentado su proyecto Bat Nest 2.0 en la Gran Final del First Lego League, una competición que invita a descubrir la diversión y la emoción en la ciencia y la tecnología adquiriendo valores como la amistad y el compañerismo

“En definitiva, nos lo hemos pasado muy bien y hemos hecho muchos amigos, con eso nos quedamos”. Éste es el balance que los niños y niñas del equipo Tecno San José hacen de su participación en la gran final nacional del First Lego League (FLL) en Logroño, así que se puede decir que el desafío ha cumplido uno de sus objetivos. ¿Quién no ha oído que lo importante es participar y no ganar? pues estos pequeños lo tenían muy claro y es algo que han estado meses trabajando junto a su proyecto, los valores de la FLL, que fomentan una competición amistosa en la que lo que se descubre es más importante que quedar primeros.

First Lego League es un programa internacional que además de preparar a los jóvenes para un futuro basado en la ciencia y la tecnología tiene los pilares en los valores. Mientras el equipo desarrolla su proyecto científico y el juego del robot – pruebas que conforman la resolución del desafío- los participantes aprenden que la competencia amistosa y el beneficio mutuo es la base del trabajo en equipo. “Somos un equipo y trabajamos juntos para encontrar soluciones. Cuando empezamos, muchos no nos conocíamos pero el proyecto nos ha unido y nos ha permitido también conocer a mucha gente y hacer amigos de varios puntos de España. La amistad, el compañerismo, el trabajo en equipo y la ‘coopertición’- el competir colaborando- son muchos de los valores que juntos y gracias a este proyecto hemos aprendido e incorporado a nuestras vidas”.

Hace dos años que estos niños y niñas se adentraron en el mundo de la ciencia, la tecnología, la programación, los robots y los bloques de Lego. “La culpa es un poco mía” declara Francisco Javier Cuberos, entrenador del equipo. “Un compañero, investigador de robótica, me habló de la existencia de la FLL y me animé a formar un equipo con mi hijo mayor, concursamos dos años y ahora llevo otros dos años con este equipo, en el que está mi hijo menor y algunos amigos, que vivieron con nosotros el proyecto y estaban deseando poder competir ellos también”.

Claudia Ortega, Miguel Cuberos, Iván Villarreal, Jesús Carmona, Pablo Martín, Lucía Valdivia, Adriana Escudero y José Adrián Jarrín son los protagonistas de Tecno San José, junto a su entrenador “el que nos enseña todo lo que sabemos, nos guía y nos aporta los conocimientos que aplicamos a nuestro proyecto”. Los jóvenes de entre 12 y 15 años de edad se encuentran cursando la ESO en el Colegio San José, el IES San José, el Carmen Laffon y el Ilipa Magna.

Desde el mes de septiembre el equipo llevaba reuniéndose las mañanas de los domingos para investigar y desarrollar esta idea con la que han conseguido el segundo puesto en el torneo clasificatorio de Sevilla y quedar en la decimoséptima posición en la Gran Final nacional recientemente celebrada. La temática, ‘Animal Allies’, sobre la que debían trabajar en esta edición, los llevó a ponerse en la piel de los animales. El equipo debía plantear una idea innovadora vinculada con el mundo animal, un problema real en el que entren en interacción los animales con las personas. “Estuvimos investigando sobre la problemática de los excrementos de las palomas y el daño que originan en los monumentos, consultamos el poder protector del calor y los rayos del sol que tiene el sudor de los hipopótamos pero, como ya había algunos estudios sobre eso, nos decantamos por la instalación de nidos de murciélagos en centros escolares”. La idea, cuentan que la sometieron a votación pero que fue algo que no ocasionó mucha discusión. “El virus zika era un tema de actualidad en ese momento en el que estábamos centrados en el proyecto científico y pensamos en los murciélagos como posible solución para frenar las plagas y la transmisión del virus”.

Por esto, un mosquito, un murciélago y seis científicos dominaron los cuerpos de estos niños y niñas en la presentación del proyecto. “Queríamos que el jurado se divirtiera, explicar el contenido del trabajo de forma lúdica así que lo hicimos en primera persona con disfraces incluidos”.

Además del proyecto científico el desafío incluye la construcción y programación de un robot usando la tecnología Lego para que realice una serie de misiones de forma autónoma sobre un tablero de juego. “El objetivo es conseguir la máxima puntuación superando diferentes pruebas en dos minutos y medio” explica el entrenador. “Esta parte de la competición es quizás la que más frustraba a los pequeños porque lo que ayer salió hoy no. No siempre el robot funciona igual, influye el nivel de batería, la superficie, que puede cambiar el movimiento, y se frustran hasta encontrar una solución que pueda funcionar”. Además, en la Gran Final, los componentes relatan que se sintieron un poco en desigualdad porque muchos equipos estaban entrenados en centros educativos donde el proyecto y la robótica estaba integrada en la asignatura de tecnología o en las clases extraescolares, equipos que iban preparados con varios robots de miles de piezas y con palés lleno de cajas. “Nosotros teníamos tres cajas de piezas y las gastamos. Era como jugar la Champions sin ser el Real Madrid” bromea Francisco, el entrenador.

Algunos de los participantes de Tecno San José reconocen que se apuntaron al equipo un poco a la aventura y todos coinciden en que nunca pensaron que iban a ser capaces de construir y programar un robot. Este es el segundo año y ya diseñan y programan por bloques, tienen conocimientos de programación más avanzados y trabajan con códigos más complejos. “La experiencia hace mejorar, y nosotros, aunque estamos en el camino, hemos aprendido muchas cosas, no sólo de programación sino también soltura para exponer y hablar con los jueces. Ahora hasta las exposiciones de los trabajos en el colegio y el hablar en público nos sale mejor”.

El viaje a Logroño ha sido una aventura, han convivido juntos durante tres días, han compartido nervios, conocimientos y experiencias, han compartido muchas horas de autobús – demasiadas para algunos- habitación, charlas nocturnas, la chirigota de Bizcocho y sobre todo han compartido muchas risas y una misma ilusión.

Tienen claro que van a volver a repetir, ya están agitando las mentes para idear un nuevo proyecto, mejorando los códigos de programación y buscando financiación. Lo tienen tan claro porque la experiencia no ha sido lo que esperaban, ha sido mucho mejor.


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