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Los cañameros derrotan al Conil en un partido pleno de emoción, eluden el quinto puesto por la cola y cierran sobre la bocina una permanencia que supone un premio de consolación en una temporada repleta de altibajos
El San José estará el año que
viene en División de honor. La victoria ante el Conil en la última jornada
cerró una permanencia que, tras la victoria en La Palma, siete días antes,
dependía de sí mismo. No fue un partido fácil, ni estuvo exento de sufrimiento,
pero tuvo un final feliz que desató la alegría de un Felipe del Valle –perfectamente
engalanado, al que se volvía tras las obras para la sustitución del pavimento
de la pista de atletismo-, que había sufrido mucho durante la temporada y que
celebraba por todo lo alto un premio de consolación que sabía a gloria.
El San José tenía un problema. Su
rival, el Conil, una de sus bestias negras en las dos últimas temporadas, podía
ascender si ganaba a los azulinos y no lo hacía el Coria en Jerez ante el
campeón del grupo. El resto de implicados en eludir el quinto puesto por la
cola tenían rivales asequibles, sin nada en juego, lo que dificultaba más la
empresa. Antes de empezar, había quien se acordaba de los puntos que volaban en
Ciudad Jardín, de la racha de nueve partidos sin ganar, de las lesiones, de los
problemas internos, del sí pero no al cese de Dioni Arroyo o del baile de
futbolistas que, durante toda la campaña, ha acompañado al San José. También
había quien apelaba a tardes épicas. El gol de Emma, precisamente al Conil, el
de Plusco sobre la bocina al Nervión para acceder a la División de Honor, el
2-3 de Carranza… el fútbol, cuando un equipo va camino de cumplir 70 años,
tiene estas cosas, que acumula en la mochila recuerdos de toda índole a los que
los aficionados se aferran cuando llega un momento decisivo.
Era un partido especial por
muchas cosas. No sólo porque había mucho en juego, sino porque dos días antes,
había fallecido Andrés conde, ex directivo y socio número uno de la entidad. El
club rindió homenaje a su familia con un respetado minuto de silencio y flores
en homenaje a su figura. El Felipe del Valle tenía un color especial, no porque
la nueva pista de atletismo fuera azul, sino porque muchos más aficionados de
los que se recuerdan últimamente estaban en el recinto, tratando de empujar a
sus jugadores a la consecución del objetivo. En el palco, el alcalde, Javier
Fernández, junto al edil de Deportes, José Manuel Romero Campos, acompañaban al
presidente, Pepe Luis Casado, en el partido del cara o cruz.
Aunque no hay nada claro, la
unificación de los horarios echaba más leña al fuego a la teoría de que el
quinto por la cola terminará descendiendo, y todos querían huir de la quema.
El balón echó a rodar y Kisco,
que se ha ganado la titularidad a base de trabajo en las últimas jornadas,
lanzaba al larguero en los primeros compases. Por lo demás, tensa calma y mucho
respeto entre dos contendientes que se jugaban la vida. El Coria empataba ante
el Xerez y la victoria gaditana le daba el ascenso por lo que, en la segunda
parte, fueron los conileños los que empezaron más enchufados con dos claras
ocasiones de gol en las que Isaac hizo de salvador y la portería azulina se
hizo pequeña.
El San José lo intentaba, pero el
gol no llegaba, y las noticias en otros campos hablaban de triunfos del Rota,
el Cartaya y el Algabeño, que remontaba el tanto inicial del San Roque. No le
valía el empate a los de Dioni Arroyo.
El Conil se quedó con diez, por
una falta de Pablo Ureba que le costaba la segunda amarilla. El Coria iba por
delante en el marcador y el Conil, con la victoria de los del Guadalquivir, no
tenía nada que hacer. En éstas, Cristian Mariscal, que volvía al equipo tras
lesionarse ante la Estrella San Agustín, disponía de una ocasión inmejorable
que fallaba incomprensiblemente. Pero en el saque de esquina posterior, cuando
se jugaba el 83 de partido, Jurado cazaba una pelota y adelantaba a los
azulinos, desatando la alegría en las gradas y en el banquillo, que invadió el
campo para celebrar un gol que valía su peso en oro.
El Conil ya no supo reaccionar,
se desquició, vio como Silveira era expulsado y dejaba a su equipo con nueve y
como Cristina aprovechaba en el 89 un centro desde la derecha para establecer
de cabeza el definitivo 2-0.
Ahora habrá que planificar el próximo año. Con dudas sobre la composición de la directiva, a expensas de saber quién va a ser el entrenador y la plantilla de la que dispondrá el equipo. Pero eso, ya será otra historia…