Igualdad |
Más de 100 personas se dan cita en un acto en repulsa del presunto crimen homófobo y para clamar contra la injusticia
Decía uno de los personajes de la
maravillosa fábula de Roberto Benigni contra el horror del nazismo, ‘La Vida es
Bella’, que, a veces, “el silencio es el grito más fuerte”. Y en silencio, más
de 100 personas se dieron cita en La Rinconada, en el entorno del área de
Igualdad, para condenar el asesinato de Samuel Luiz, de 24 años, en A Coruña,
un crimen que, presuntamente, se habría producido por la condición sexual de la
víctima. No fue sólo en La Rinconada. En toda España se sucedieron los actos
para clamar contra la injusticia.
En este caso, según denuncian sus
amigos, el asesinato fue por su condición sexual: “A Samuel lo mataron por
maricón, lo repetimos tantas veces como haga falta”. Como en otros casos, en
los que la barbarie se disfraza de violencia de género, ideología, credo, raza,
etnia…, lo que subyace bajo el crimen es el odio, un odio supremacista que establece
a una ciudadanía de primera y a otra de segunda categoría, que cercena la
libertad del otro de vivir su vida de la forma que, libremente, ha elegido, y
que la polarización de la política y el incremento de los extremismos, ha hecho
proliferar en una parte de la sociedad que se caracteriza por su “neandertalismo”,
y que contrasta con las personas que se dieron cita en el área de Igualdad de
La Rinconada, o en numerosos lugares de España. Porque contra la sinrazón se
levanta un dique, que ha gritado en silencio, que se pone enfrente de la
barbarie, que pide justicia y libertad para ser, para expresarse, para que no
se discrimine por una u otra etiqueta, para que se garantice el derecho de
igualdad. Y esas personas, de La Rinconada y del resto de España son la gran
esperanza de la sociedad.
En La Rinconada, en la puerta de
área de Igualdad, que también acoge la delegación de Diversidad, junto a un
transformador eléctrico en el que se lee la palabra ‘odio’ tachada con una bandera
arcoíris, más de un centenar de personas, algunas vinculadas al activismo por
los derechos LGTBi, como la red de Municipios Orgullosos, la asociación Adriano
Antinoo o el Punto Visible, otras pertenecientes a otras asociaciones locales o
a título individual y particular, gritaron en silencio una condena unánime por
el asesinato de Samuel. Como expresaba uno de los responsables del Punto Visible
LGTBI, “en unas circunstancias como éstas, queda el consuelo de la cantidad de
gente que se ha sumado a esta concentración, del apoyo de la ciudadanía y del
Ayuntamiento”. Y es que allí también estuvieron representantes de la
corporación municipal de Podemos, de Izquierda Unida y del PSOE, encabezados
por el alcalde, Javier Fernández, y por la delegada de Igualdad, Noelia
Ramírez.
El primer edil se refirió a la
importancia de la educación: “Inculcar desde casa y en los centros educativos
desde las edades más tempranas, valores como el respeto, la tolerancia, la
igualdad y la no discriminación”. También se refirió a que “no se pueden concebir
iniciativas parlamentarias como las aprobadas en Hungría, que suponen un
retroceso en la conquista de derechos y libertades, en el seno de la Unión
Europea, cuyos principios abanderan la igualdad”.
Por su parte, la edil Noelia
Ramírez se refería al trabajo del Ayuntamiento y de la delegación que encabeza
para educar en igualdad y prevenir los delitos de odio, un trabajo que supone “una
labor continua que no se circunscribe a un día o a un periodo concreto, sino
que se lleva a cabo durante todo el año”.
La Rinconada siempre ha sido un bastión en la defensa de los derechos sociales, en propugnar la igualdad, en velar con garantías por la no discriminación de ningún sector de la ciudadanía. En un acto en el que el asesinato de Samuel muestra la punta del iceberg en cuanto a los delitos de odio, La Rinconada reiteró que elige el otro bando, el que grita en silencio o levanta la voz por no dar un paso atrás en la conquista de los derechos sociales, el que exige justicia para Samuel, y el que expresa que siempre estará frente a la barbarie.