El San José supo sacar adelante el que, posiblemente, fuera el duelo más complicado a domicilio de cuantos le restan en esta primera fase de la competición. Pocos equipos van a ganar en el Municipal de Bellavista y allí, los cañameros, supieron apretar los dientes, realizar un generoso esfuerzo, aguantar las múltiples acometidas del rival y golpear en el momento preciso para sacar adelante una victoria que le permite irse al parón navideño con todas sus opciones vigentes, dependiendo de sí mismo para acabar primero en la clasificación de cara a la segunda fase.

Los azulinos, en ataque, a las ausencias de las últimas semanas, sumaban la baja de Luis Cubero por acumulación de tarjetas. Su relevo, Javi Carrillo, que ha llegado recientemente de la Peña Rociera, se estrenaba como goleador en su primer partido como titular y lograba adelantar a los azulinos en la jugada tonta de la jornada, y posiblemente de la temporada. Rubén le puso un balón a la espalda de la defensa. El auxiliar de Gimón Ruiz levantó la bandera indicando fuera de juego, pero, inmediatamente, la bajó, siguiendo la jugada. Carrillo se perfilaba con una opción de remate cómoda, pero se dejó el balón atrás. Gómez, que junto a Quiñones le perseguía, no acertó a despejar y Migue, en el arco, se quedaba parado incomprensiblemente, dando como resultado final que la pelota acababa en el fondo de las mallas. Ver para creer.

Los locales protestaron muchísimo al árbitro, que se convirtió, por varias jugadas, en el auténtico protagonista del partido. Y puede que tuvieran parte de razón, por lo que hizo el línea al inicio de la jugada, pero en el Bellavista deberían saber que hasta que no pita el árbitro la jugada sigue.

Lo que siguió fue el partido y los de José Romero se hicieron dueños absolutos de la contienda. El San José dio un paso atrás y se afanó en sacar la pelota en balones largos en los que la defensa local, con mucha envergadura, acaparaba todos los balones e iniciaban nuevos ataques. Así se ejemplificó el acoso que finalizó con la indicación del camino de los vestuarios por parte del árbitro. Los cañameros habían aguantado el chaparrón, pero en el 44, Gimón Ruiz indicó penalti tras un remate que pegó en el hombro de Manu Gallardo, que tenía el brazo totalmente pegado al cuerpo. Las protestas azulinas fueron copiosas y, fruto de ello, el trencilla sacó hasta dos cartulinas amarillas. Chipi lanzó la pena máxima engañando a Linares, que se venció a su derecha entrando la pelota por la izquierda. 1-1, malas sensaciones en cuanto a juego y todo por decidir en la segunda mitad.

Poco antes, los visitantes pudieron hacer el segundo en una gran jugada entre Guerra y Selu, que sacó un pase perfecto al segundo palo, donde el remate de Javi Carrillo no encontró la portería rival.

El segundo acto comenzó con el mismo guion que acabó el primero, pero Chico dio entrada a Iván Martín por Guti y el de Burguillos empezó a pedir la pelota rasa. El San José empezó a mover el balón y ahí se equilibraron las fuerzas. El Bellavista sufría y sólo encontraba el camino a la meta de Linares cuando los cañameros abusaban del fútbol directo. Pero ese equilibrio no fraguaba ocasiones claras de gol, por lo que los minutos pasaban y el empate final cobraba fuerza entre las apuestas de los aficionados presentes en el recinto. Hasta el minuto 778, en el que David Alfonso se escoró con el esférico a la izquierda, sacó un centro que se estrelló en la mano de un rival. También la tenía pegada al cuerpo como el cañamero en el primer penalti y, quien sabe si por aquello de la compensación, Gimón Ruiz volvió a indicar penalti. El propio ex jugador del Villafranco ejecutó la pena máxima con una frialdad absoluta, engañando sin problemas a Migue y poniendo el 1-2.

De ahí al final quedaban doce minutos más el alargue que se auguraban de puro sufrimiento. El San José trataba de alejar al máximo la pelota de su área y, para ello, caía en el fútbol directo, que daba toda la ventaja a la zaga local para iniciar jugada. Pero en las acometidas capitalinas, la defensa cañamera estuvo a gran altura. Incluso mantuvieron la calma en algún conato de tangana, sobre todo cuando Doblao le dio una colleja a Pablo Valle. El árbitro, que había sido un pistolero con las tarjetas hasta ese momento y que estaba delante de la jugada, decidió mirar hacia otro lado.

Con el tiempo cumplido, una jugada de Sofian y David Alfonso por la derecha, acabó en un centro de este último que Juanjo, libre de marca, envió a la jaula cerrando el definitivo 1-3, que vale su peso en oro y permitía a los cañameros, en ese momento y hasta que jugara el Rinconada, ser líderes de la clasificación. 

Fotos: Maribel de la Fuente