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El Rinconada pierde ante el Mosqueo en la Copa RFAF, donde fue mejor pero perdonó infinidad de ocasiones, lo mismo que ocurriera en el partido de Liga hace nueve días
El próximo 8 de enero, el Rinconada viajará a Los Palacios para dirimir la vuelta de las semifinales de la fase provincial de la Copa RFAF ante el Mosqueo. Y en el Municipal Marismas le tocará remontar el 1-2 adverso con el que finalizó el duelo en el Nuevo Ramos Yerga.
Un resultado que no hace justicia a lo mostrado por ambas escuadras sobre el césped, pero que, al igual que ocurriera hace nueve días cuando ambos contendientes se vieron las caras en la decimotercera jornada de Liga, se decantó para los de José Antonio Arias. La vida sigue igual, que diría Julio Iglesias.
El Rinconada afrontaba el partido con optimismo después de la primera victoria en Liga, cosechada el pasado domingo en Pilas. Además, Javi Blanco podía alinear de inicio a Marrufo, que ha vuelto, y David López, con un paréntesis en el trabajo, y llevaba en el banquillo a David Cuevas, el hijo pródigo del Rinconada. Sólo dos juveniles en convocatoria: Felipe y Estévez, que lo son por edad, pero por minutos y rendimiento son, de pleno derecho, del primer equipo. Daba la sensación de que el mejor Rinconada, el de las grandes tardes de fútbol, estaba de vuelta. Y eso pareció al inicio, cuando los hombres de Javi Blanco cercaron la meta de Israel y empezaron a rondar los dominios del portero, con ocasiones más o menos claras, pero con un dominio absoluto de la pelota y control del partido. Guajiro remató fuera, Javi Raposo también pudo marcar y Migue Jiménez tampoco acertó ante la meta palaciega.
El Mosqueo se acercó por primera vez a los dominios de Álex Hormigo en el minuto 35, con una buena jugada de Barrera que sentó a Gata, ganó línea de fondo y sacó un pase atrás que Salva remató fuera por poco. Avisaban los visitantes y dudaba el Rinconada, cuyo dominio languidecía, por el desgaste de Jesús Romero y por el temor a que los aurinegros sorprendieran a la contra.
Y la sorpresa llegó en el 43, cuando Bravo, que había sido un valladar defensivo, se inventó un pase –box to box, lo llaman-entre los dos centrales que Barrera, el más listo de la clase, controló y batió por bajo a Álex. Demasiado castigo para los méritos de uno y otro, pero, como dice el refrán futbolero, el que perdona lo termina pagando.
En la segunda parte, pudo marcar Guajiro, que tiró al muñeco, aunque la jugada estaba invalidada por fuera de juego. Sin embargo, en una jugada similar aunque con balón desde el centro, Kaki se plantó solo delante de Israel en posición correcta, pero también estrelló su lanzamiento contra el arquero. Afortunadamente, Guajiro, que andaba por allí, metió el pie y devolvió el empate al marcador, premiando el esfuerzo y la valentía del Rinconada.
Pero el fútbol es caprichoso y, sólo tres minutos después, en el 61, la primera vez que el Mosqueo se asomaba en ataque por los dominios de Álex, Barrera cazó un rechace en la frontal libre de marca por la desaplicación de los centrales, ajustó un disparo blandito y se coló por la cepa del palo. Posiblemente el arquero podía haber hecho algo más. Un minuto antes, Javi Blanco había movido el banquillo, dando entrada a Mario Cuder, al que sorprendieron en frío. También entró con el central un animoso Corriente. El de Cantillana encaraba y se iba de su par, ganando la línea de fondo y sacando pase que Migue Jiménez, incomprensiblemente, envió fuera con todo a favor. El Rinconada fallaba goles increíbles, pero no se rendía. Felipe Aragón y Cuevas entraron al campo. Alegría por la vuelta tras su lesión ante el Camas del hijo pródigo rinconero, ya bien del hombro. Su sociedad con Corriente funcionó y, en una pared entre ambos, se quedó delante del portero, pero disparó al lateral de la red.
Segura ganaba línea de fondo y metía otro centro, pero se perdía sin encontrar rematador. Felipe también se mostraba activo, pero a la hora de la definición, el equipo seguía negado.
Pasaban los minutos y el Mosqueo se dedicaba a contemporizar, a vivir en el suelo pidiendo asistencia a un Dorado Gutiérrez que, sin hacer un mal arbitraje, sí fue demasiado permisivo y perdonó alguna tarjeta a los palaciegos. Se acercaba el 90 y en el Nuevo Ramos Yerga no se creían que el equipo, con lo que estaba generando, no marcara. Tampoco se lo creían en el Mosqueo, a los que ya se le apareció la virgen en el duelo de Liga y parecía que coleccionaban santos, porque, por segunda vez en nueve días, iban ganando un partido que, en 99 de cada 100 casos, habrían perdido.
El fútbol son goles y quien hizo más fue el Mosqueo que, al final, volvió a llevarse la victoria. Lo positivo es que el Rinconada le queda la vuelta para intentar remontar la eliminatoria, algo que ya hizo a domicilio en los Cuartos ante el San José, por lo que aún no ha dicho su última palabra. La vuelta será en enero, pero el jueves, a las 17:00 horas, vuelve la Liga con otro partido en el Nuevo Ramos Yerga ante el San Pablo Pino Montano, farolillo rojo de la tabla en Primera Andaluza. Sólo vale la victoria porque urge salir de la zona de descenso. Equipo hay, pero hay que acertar de cara a la puerta contraria.