El Rinconada sigue en zona de ascenso dependiendo de sí mismo a falta de una jornada menos para la conclusión. Los pupilos de Andrés Millán sabían de la victoria del Pilas y, aunque confiaban en un favor del Nervión -que finalmente no se produciría-, sabían que la clave para no mirar a otros campos pasaba por derrotar al Puebla, un rival correoso que, desde el primer momento, dejó claro que se iba a dejar la piel sobre el césped artificial del Nuevo Ramos Yerga.

En los primeros minutos, De Jesús Ortego mostró amarilla a Sedeño y Ávalos que, poco después pudo dejar a su equipo con diez pero, afortunadamente para su equipo, el árbitro no le mostró la segunda cartulina.

El partido carecía de fútbol y esperaba que la estrategia, el balón parado o alguna genialidad pudieran desbaratar el cerocerismo. Y todo eso confluyó en una falta ejecutada de manera magistral por Molina que batió a Dani Escalante y puso el 1-0 que, a la postre, sería definitivo.

El Puebla no inquietaba nada en ataque, más que con algunos pelotazos sin consecuencias. El Rinconada trataba de controlar el tempo del encuentro, arañando lo que podía al crono en cada jugada y consiguiendo que el partido se volviera cansino, agrio para el espectador, que careciera de ritmo y el Puebla se fuera ahogando en sus propias carencias. No había ocasiones y, con tímidos acercamientos se llegaría al descanso. En la última jugada, Braulio se fue al suelo ante la entrada de Dani Escalante. El trencilla pitó penalti pero rectificó a instancias de su auxiliar que le dijo que Braulio se “había tirado”. No obstante, se guardó la segunda amarilla en el bolsillo, contentando a ambos y a ninguno, porque aunque fue un mal menor para los dos, los rinconeros pidieron el penalti y los cigarreros la expulsión.

En la segunda mitad, Molina tuvo un mano a mano que desbarató Escalante y luego, en otra ocasión clarísima, Selu cruzó en exceso lo que pudo ser la sentencia blanquiazul. Al margen de todo eso, continuos parones en el juego, juego trabado y ausencia de ocasiones.

A pesar de que entre las virtudes rinconeras siempre está la aguerrida defensa, lo cierto es que los espectadores se quedaron esperando alguna ocasión visitante, pues en la segunda mitad Dani estuvo inédito más que en un barullo en el área en el que nadie acertó a rematar.

El pitido final del partido hizo justicia para el equipo que más buscó la victoria y que, la semana que viene afrontará otro match ball ante el Tomares que la ventaja de depender de sí mismo para ascender a Primera Andaluza. Ese 12 de mayo que tratan de revivir los rinconeros está muy cerca, pero no puede haber lugar a ningún tipo de confianzas.

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