El San José cosechó una nueva derrota en casa, y van tres, en esta ocasión ante un veterano Pozoblanco que, sin ser mejor que los cañameros, supo aprovechar los regalos que les hicieron los hombres de Dioni Arroyo.

En la primera mitad, los azulinos dominaron el encuentro, aunque sin ocasiones claras, pero desgastaron a un Pozoblanco que trata de presionar arriba. Sin embargo, pasaban los minutos y el San José no gozaba de opciones reales de marcar y los del Valle de Los Pedroches empezaban a asomarse por la meta de Sebas. En el 42, un error clamoroso de Lolo, que volvía al equipo, al sacar la pelota, sirvió el primer tanto del partido en bandeja a Alberto Fernández que, aprovechando también que Sebas estaba descolocado, lanzó un zapatazo inapelable para el arquero. Había que tirar y marcar como lo hizo el experimentado futbolista visitante, pero el balón nunca debió llegar a sus pies.

Antes del descanso, en una buena combinación entre los jugadores locales, Resumi se quedó mano a mano con Díaz pero remató fuera cuando en las gradas se cantaba el gol.

En la segunda parte, los cañameros empezaron a ser excesivamente cansinos en la circulación de balón, con un fútbol muy horizontal ante el que los vallesano estaban tranquilos con la ventaja en el marcador. Para colmo, en otro error en cascada de la zaga, Miguel Gómez le tiró una vaselina a Sebas que supuso el segundo gol.

Los de Dioni, que introdujo cambios trataron de irse arriba, pero les faltó profundidad. Incluso cuando el Pozoblanco se quedó con un jugador menos por la expulsión, con doble amarilla, de Fran Moreno, los cañameros apenas si llegaron a la meta de Díaz, que sólo tuvo que atajar en dos tiempos un remate lejano, tener vista en un remate de cabeza que se fue fuera y salir de puños con contundencia en un balón cerrado.

Los azulinos se afanaron en colgar balones a la deseperada al final y ahí emergió la cabeza de Ismael, que se hizo dueño del área y no permitió ninguna concesión al San José.

La próxima semana, los de Dioni Arroyo viajan hasta Conil, donde esperan seguir su idilio con los campos ajenos y recuperar la senda del triunfo.