Este novelista, cuentista, ensayista, periodista, político y abogado nicaragüense, ganador del Premio Cervantes 2017, ha participado en Estación de las Letras en un encuentro titulado ‘Centroamérica cuenta’ en el que el autor ha analizado con el periodista y también escritor Fernando Iwasaki la realidad de las letras centroamericanas, desde Rubén Darío hasta la actualidad
El escritor nicaragüense Sergio Ramírez, ganador del Premio Cervantes en 2017 y figura capital de las letras centroamericanas, ha participado en Estación de las Letras en un encuentro con el periodista y también escritor Fernando Iwasaki. Forma parte de la generación de escritores latinoamericanos que surgió después del boom. Ganador del Premio Alfaguara de novela 1998 con ‘Margarita está linda la mar’, galardonada también con el Premio Latinoamericano de novela José María Arguedas, es además autor de las novelas ‘Un baile de máscaras’ (1995; Premio Laure Bataillon a la mejor novela extranjera traducida en Francia), ‘Castigo divino’ (1988; Premio Dashiell Hammett), ‘Sombras nada más’ (2002), ‘Mil y una muertes’ (2005), ‘La fugitiva’ (2011), ‘Flores oscuras’ (2013), ‘Sara’ (2015) y la trilogía protagonizada por el inspector Dolores Morales, formada por ‘El cielo llora por mí’ (2008), ‘Ya nadie llora por mí’ (2017) y ‘Tongolele no sabía bailar’ (2021). Entre sus obras figuran también los volúmenes de cuentos ‘Catalina y Catalina’ (2001), ‘El reino animal’ (2007) y ‘Flores oscuras’ (2013); el ensayo sobre la creación literaria ‘Mentiras verdaderas’ (2001), y sus memorias de la revolución, ‘Adiós muchachos’ (1999). Además de los citados, en 2011 recibió en Chile el Premio Iberoamericano de Letras José Donoso por el conjunto de su obra literaria, y en 2014 el Premio Internacional Carlos Fuentes. En 2021 el Grupo de Diarios América (GDA) le escogió como el personaje latinoamericano del año por su activa defensa de la libertad de expresión y de la democracia en su país. Asimismo, es el creador del encuentro literario ‘Centroamérica cuenta’.
El escritor Fernando Iwasaki, encargado de conducir el acto señaló que Sergio Ramírez “es una figura primerísima de las letras de nuestra lengua y, además, el mejor embajador posible de una de las tradiciones de la literatura en español que es la literatura centroamericana. Sergio Ramírez nos prestigia a todos, viviendo en España, visitando La Rinconada”. Y explicó que el principal propósito de este encuentro era hablar de literatura centroamericana, “de la tradición que representa”, porque para Iwasaki hay dos grandes momentos en las letras en español, Cervantes y Rubén Darío, éste último “fecundó la lengua española, sin él no habría Generación del 98, no habría existido la Generación del 27, Cesar Vallejo le dedicó su tesis, en definitiva, una figura capital extraordinaria y el más sobresaliente de una promoción de escritores centroamericanos” como Gómez Carrillo, Álvaro Menen Desleal y muchos otros.
Iwasaki inició el encuentro preguntando a Sergio Ramírez acerca del espacio de “promoción, ilusión y celebración” que es ‘Centroamérica cuenta’, a lo que el escritor nicaragüense respondió que “la literatura centroamericana es una suma muy diversa, su gran dificultad es que es exigua geográficamente y no está colocada en un territorio cultural visible y, realmente, hay que hacerla visible porque tiene una complejidad literaria y cultural muy rica”. Ramírez señaló que los grandes referentes literarios corresponden a grandes países latinoamericanos como Argentina, México, Perú, Chile o Colombia, quedando atrapada Centroamérica en estos polos visibles que se corresponden con polos editoriales. Y puso de ejemplo cuando obtuvo el Premio Alfaguara en 1998 con su novela ‘Margarita está linda la mar’, convocado por primera vez y que ganó ex aequo junto al cubano Eliseo Alberto por ‘Caracol Beach’. “El dilema era qué hacer con dos autores que no tenían mercado, un escritor que gana el premio en esta categoría tiene asegurado lectores, en Nicaragua yo soy bestseller y vendo 5000 y en Cuba, Eliseo su libro no podía ser publicado, desde que publicó ‘Informe contra mí mismo’, entonces éramos unos escritores sin lectores, y que estos libros empezaran a circular, fue el gran desafío”. Así el escritor explicó que esto es un ejemplo de la dificultad de “plantar” autores centroamericanos que tienen que ser muy conocidos para que estén en una mesa de novedades. “El gran desafío de un escritor es sostenerse en una mesa de novedades porque son barridas todos los días”. Además, afirmó que “es difícil el mercado en Centroamérica, sin editoriales, sin grandes librerías, sin paginas culturales, sin crítica literaria”.
Y en ese universo de territorios geográficos más reducidos, el escritor nicaragüense habló del gran Rubén Darío. “Un país tan pequeño como Nicaragua, 6 millones de habitantes, tiene sus ventajas y desventajas. Y es ahí donde nace Rubén Darío, en un territorio que entonces tenía unos 150.000 habitantes, que había sufrido una cruenta guerra civil, una epidemia de cólera y surge esta figura, ¿cómo explicas que nazca un escritor tan grande?”. Y el propio Ramírez dio la respuesta: “Ese es el fenómeno del solista, puedes tener un país capaz de tener una orquesta sinfónica, pero no tener solistas y puede haber un país que te da un solista, pero no te puede dar una orquesta sinfónica”. Subrayó que un solo escritor es producto del talento y de las posibilidades que tiene de instruirse, y esas posibilidades le vinieron dadas a Darío al ocupar un puesto, apenas siendo un adolescente, en la recién fundada Biblioteca Nacional de Nicaragua que tenía alrededor de 3000 ejemplares que el escritor español Juan Valera había comprado en España por encargo del entonces presidente. “Rubén Darío llegó de León y fue hospedado de bibliotecario y se leyó todos los volúmenes antes de salir para Chile. A los 17 años ya había escrito ‘Azul’”.
También habló el autor de otros escritores como el guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, el cubano José Martí o Rafael Arévalo Martínez, entre otros contemporáneos de Darío y de la región.
Otro de los temas tratados fue la relación de la literatura hispanoamericana con los acontecimientos políticos de sus regiones. “La literatura no se puede separar de los acontecimientos políticos en Hispanoamérica. Aunque la escritura no tiene que ser política porque la literatura es un espacio de libertad”. Así, señaló que en Centroamérica la literatura está muy enraizada en los temas de la realidad de sus países, “ya los temas literarios tienen que ver con lo no común, con lo singular, lo extraordinario, con lo cual una dictadura es extraordinario, por ejemplo”. Para Sergio Ramírez la literatura está “signada por esta anormalidad y por la tentación del escritor que se vuelve actor político para cambiar la realidad”. De modo que la lucha armada, las guerrillas, la represión, los muertos… “todo eso está vivo en la literatura que se escribe hoy en día, bajo distintos enfoques”. Y en esta memoria y recuerdo de lo ocurrido y de lo que ocurre, el escritor habla del “desencanto” y de la “decepción” que se refleja en lo escrito: “Este es el gran tema, la decepción, es el motor literario” y puso de ejemplo a Horacio Castellano Moyas, “el gran cronista de la decepción en El Salvador y un claro ejemplo es su novela ‘El asco’”.
Preguntado por Fernando Iwasaki acerca de si hay una identidad conjunta que aúna a los países del centro del continente americano, el autor respondió: “Hay una diferencia importante, cuando hablas de los países andinos o del Rio de La Plata, estás hablando no de una integración cultural sino económica, en Centroamérica hablamos de una identidad cultural, no porque seamos homogéneos, hay diferencias, pero de esta suma de identidades nace una Centroamérica sola, con distintas manifestaciones culturales. Yo desde mis perspectivas, aprendí a ser centroamericano muy joven, me enamore de una identidad y he tratado de encontrar los vasos comunicantes entre los territorios. Estas diversidades tienen una integración de base y se puede hacer una lectura a través de la literatura”.
Para finalizar, el escritor nicaragüense explicó que fue a través del cuento como entró en la literatura. “Me consideraba un cuentista porque era un arte muy centroamericano, vivíamos a la sombra de Salarrué, el gran cuentista salvadoreño. A finales de los 60 me dediqué a hacer una labor de compilar una antología del cuento centroamericano y viajaba por los países e iba de librería en librería y de ahí salió la antología”.
Sergio Ramírez estuvo acompañado por un numeroso público entre el que se encontraba el exparlamentario Luis Yáñez, la exdiputada Carmen Hermosín, la concejal rinconera, Teresa Garzón, Anabel Fernández, directora de la Biblioteca Pública Infanta Elena, profesorado de la Universidad Loyola, así como numerosos compatriotas nicaragüenses.