El escritor sevillano ha presentado en Estación de las Letras de La Rinconada su última novela ‘Lugar seguro’ que ha sido galardonado con el Premio Biblioteca Breve 2022, una “comedia amarga” cargada de ironía y humor que reflexiona sobre la incertidumbre de la sociedad actual
Nuevo encuentro literario en la Feria del Libro de La Rinconada, Estación de las Letras, en su parada en la Hacienda Santa Cruz, con el escritor sevillano Isaac Rosa que ha presentado, de la mano del periodista Sergio Moreno, su novela ‘Lugar seguro’ galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2022.
El acto ha dado inicio con el delegado de Hábitat Urbano y Medio Ambiente, José Manuel Romero Campos, que ha subrayado que “Estación de las Letras celebra tres meses de una primavera entre libros, un proyecto de siembra cuya razón de ser es la democratización de la cultura haciendo accesible las letras y la literatura”. En cuanto a Isaac Rosa ha señalado que es autor de las novelas ‘La malamemoria’ (1999), posteriormente reelaborada en ‘¡Otra maldita novela sobre la guerra civil’! (2007), ‘El vano ayer’ (2004), que fue galardonada en 2005 con el Premio Rómulo Gallegos, el Premio Ojo Crítico y el Premio Andalucía de la Crítica; ‘El país del miedo’ (2008), reconocida por los editores con el Premio Fundación J. M. Lara como mejor novela del año, ‘La mano invisible’ (2011), ‘La habitación oscura’ (2013) y ‘Feliz final’ (2018), todas ellas publicadas en Seix Barral. Columnista de prensa, es también autor de varios libros de relatos y guiones de cómic. Su obra ha sido traducida a varios idiomas y llevada al cine en tres ocasiones. Colabora habitualmente en eldiario.es y La Marea. En cuanto a ‘Lugar seguro’, Romero Campos ha destacado que “es una novela de rabiosa actualidad. La pandemia, la recesión económica, la guerra… provoca el miedo a lo que vendrá a un futuro incierto que nos hace vulnerables”. Así el lector acompaña durante 24 horas a Segismundo García, un comercial venido a menos, que cree haber encontrado el negocio de su vida: la venta de búnkeres low-cost, que él llama “lugares seguros”, para las clases más humildes, una promesa de salvación para todos los bolsillos ante el temido colapso global.
Como ha explicado el escritor al inicio de esta parada literaria, “la novela es de desgraciada actualidad, estaba escribiendo la novela hace unos meses, antes de la guerra de Ucrania, cuando empezaba a despejarse el horizonte de la pandemia, una novela que tiene que ver con la incertidumbre de las últimas décadas, la sensación de vulnerabilidad”. Un libro en el que habla de búnkeres cuando hace unos meses “era algo de marcianos, que sonaba ajeno y que ahora es parte de la conversación, ya no es una metáfora”. Isaac Rosa ha mencionado que lo que en un principio había pensado como algo del futuro se ha convertido en algo cotidiano. “Me ha pasado como el protagonista de la novela que va de casa para vender los búnkeres y nadie le cuestiona para qué quieren un bunker”.
Así, en la novela el autor habla del miedo como negocio y arma política. “El miedo no es algo solo exclusivo de nuestro tiempo, ha existido y se ha usado a lo largo de la historia como una forma de sometimiento. El 11S, con todo lo que viene después de guerras, crisis, coloca el miedo en el centro de la agenda y de nuestras vidas. No vivimos un tiempo de inseguridad, sino de incertidumbre, se nos han caído seguridades y certezas de épocas anteriores. El miedo está en el centro, permite un uso político del mismo y se ha construido toda una industria que consiste en la venta de seguridad, que normalmente son sucedáneos de ésta”. De hecho, Segismundo García, “vende unos búnkeres low cost que te pueden permitir quitarte durante un rato este estado colectivo de vulnerabilidad”.
La novela huye de escenarios distópicos, para mirar hacia un futuro en el que no se acaba el mundo. “Quería hablar de un futuro muy cercano a nuestro presente con problemas y amenazas, pero donde no se han hecho realidad esos pronósticos más oscuros. Es verdad que empieza a extenderse una cierta fatiga distópica, de que todo lo que viene por delante va a ser peor. Más allá de la portada comercial del libro de apocalipsis pop, con esa fascinación de que el mundo se acabe, la destrucción es más fascinante que la construcción de algo, hay cansancio de que las miradas literarias, cinematográficas, pero también políticas, tiendan a un futuro sombrío. Yo quería mirar al futuro con algo de esperanza y en el que se pueda abrir la posibilidad de cambiar las cosas”.
El personaje principal, Segismundo García, eje de la novela y narrador de la misma, “es un personaje que inicialmente puede provocar rechazo en el lector, es un cínico, que se burla y menosprecia todo, su lema es “sálvese quien pueda”, pero, según avanza la novela, va cambiando y aparecen otras partes de su vida, otras caras… y al final llegamos con otro Segismundo que incluso nos provoca ternura”. Un protagonista que tira de humor, ironía, un tipo que vende un “sucedáneo de seguridad” y que busca a su padre que se ha perdido.
Junto a Segismundo están su padre e hijo, los tres con el mismo nombre, unos trepas que buscan el ascenso social por encima de todo, cada uno en diferentes campos. “Tres generaciones de buscavidas que recurren a todo tipo de negocios, tres pillos que buscan el dinero fácil y tienen olfato para saber dónde está la pasta. Están obsesionados con escalar socialmente y hay quien los sitúa en la picaresca, pero una y otra vez fracasan. Si les saliera bien hablaríamos de emprendedores, hombres hechos a sí mismo, pero les va mal y el protagonista habla desde un profundo resentimiento de clase, de quien siempre será un advenedizo, que no va a tener protección de quienes siempre están arribas. Ellos se han asomado durante un tiempo a esa vida de clase alta, han creído pertenecer a ella, pero no dejan de ser unos García que son rechazados una y otra vez”.
Tras esa ansiedad de ser reconocido y de triunfar se esconde una necesidad de amor. “Ellos tres no tienen vida familiar, son compinches. Tienen una manera de entender la familia que se parece más a un consejo de administración de una empresa, se entienden mejor en el negocio que en los sentimientos”. El protagonista tiene, entre muchos problemas, una profunda falta de afecto, es alguien que necesita que le quieran, ha tenido un padre con una relación en la que no había contacto físico, “tiene que ver con cierta idea de masculinidad, por eso acabamos empatizando con él, porque es un buscavidas, pero no deja de ser un hombre derrotado, un hombre con una huida hacia delante”.
Isaac Rosa ha explicado que cuando escribía la novela tenía en mente el relato de ‘El nadador’ de John Cheever y sobre todo de la película que protagoniza Burt Lancaster, que tiene la idea de volver a casa nadando de piscina en piscina, y esa misma idea la piensa Segismundo con respecto a sus búnkeres. “Quería esa estructura en mi novela”.
También ha analizado durante esta cita literaria los grupos sociales de los que habla en ‘Lugar seguro’: los ‘Prepas y los ‘Botijeros’. “Los Prepas son solo la versión extrema de lo que somos todos, son estos colectivos que se preparan para cuando ocurra algo, un movimiento global de época anterior, preparados para la Guerra Fría, para el terrorismo global, para los disturbios, las pandemias... esto, que hace unos años los veíamos como unos pirados de la América profunda, de pronto, en los últimos tiempos, parece que ahora son ellos los que se ríen de nosotros. La mentalidad Prepa se va extendiendo y empezamos a acumular cosas y los gobiernos empiezan a hacerse Prepas también”. Éstos son los clientes fáciles para Segismundo, ya que “son fundamentales para la maquinaria del miedo”, ese miedo al futuro que se basa en algo aceptado, pero, según Isaac Rosa, falso, que es que ante un colapso nos vamos a matar entre nosotros. “Rebeca Solnit en su libro ‘Un paraíso en el infierno’ desmiente esta historia, ella analiza momentos en la historia reciente en los que hubo un colapso en un país o ciudad y demuestra que, contra el relato dominante de caos y violencia, lo que ocurrió fue que la mayor parte de la gente se organizó para ayudarse, preocuparse por sus vecinos e intentar resolver lo que el poder no podía hacer”.
Frente a los Prepas, los llamados por el protagonista ‘Botijeros’, en realidad ‘Ecomunales’, “que apuestan por la defensa en común, un movimiento ciudadano, una forma de activismo, que empieza en los pueblos, que llega a los barrios, de gente que cree que lo que hay que hacer es transformar las cosas y construir seguridad colectiva”. Plantean temas que ya están aquí hoy: la energía, la soberanía alimentaria, la reconstrucción de la vida en comunidad frente al individualismo, los cuidados. En la novela las personas ‘Ecomunales’ que aparecen son mujeres porque en los últimos años los activismos ciudadanos han estado mayormente protagonizados por mujeres y para diferenciarlas de la masculinidad tóxica de los personajes hombres del libro.
Sin embargo, también hay críticas a esta visión ‘Ecomunal’ que el escritor pone en boca de Segismundo y que tiene que ver con la gestión del deseo. “Yo quería hacer de abogado del diablo, quería mostrar, sin idealizar nada, las contradicciones que tiene. Y eso lo hace Segismundo, el cínico y mordaz, que a veces puede ser lúcido y uno de los elementos de los que habla es el problema del deseo, cómo cambiar las cosas sin encontrar resistencia al deseo, de un modo de vida que tendrá que cambiar en los próximos tiempos. Al final tiene que ver con el futuro y, sobre todo, con el elemento central que es el cambio de mentalidad, sin eso, cualquier propuesta va a encontrar mucha resistencia y es algo que vemos hoy. Cada vez que alguien propone cambios que afectan a nuestra vida, forma de consumo, encuentra resistencia y nos sale el Segismundo que llevamos dentro”.