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El Rinconada deja escapar dos puntos ante el Algabeño en un duelo que tenía controlado y en el que terminó pidiendo la hora
El Rinconada sumó un punto en el Pedro Bazán de La Algaba que bien pudieron ser tres, a tenor de como se desarrolló el encuentro frente al Atlético Algabeño. Y es que los de José Antonio Lara se adelantaron con 0-2 y tuvieron al rival a su merced, dejando que se rehiciera, que se metiera primero en el partido, con un gol muy evitable, y concediendo el empate en otra jugada a balón parado. En los últimos compases del choque, con los locales crecidos por la remontada y los rinconeros tocados por la ventaja perdida, la herida pudo ser incluso más sangrante, pero finalmente se repartieron los puntos.
El primer tiró a puerta -muy desviado- fue del Algabeño. Concretamente de Juan Jesús, que lo mandó a la derecha de Álex Fernández, pero el dominio, las ocasiones y el acoso, casi sonrojante, fue del Rinconada, que metió al equipo de Diego López en su campo y que, con más o menos ocasiones claras, estuvo toda la primera parte embotellándolo en su campo.
Sin embargo, y a pesar de las ocasiones, el marcador no se movería en el primer acto, marchándose a vestuarios tras el pitido de la colegiada Aguilar Bonilla con empate a cero.
En la segunda mitad, el Rinconada salió como al inicio, tratando de encerrar en su área a su rival, pero, en esta ocasión, los goles no tardaron en llegar. Primero, en el 47, después de una jugada de Cuevas en la que se anticipa a Guisado, que protegía la pelota y que se olvidó del balón para tratar de hacer pantalla a su rival y terminó por los suelos pidiendo una inexistente falta, da el pase de la muerte al punto de penalti donde esperaba Migue Jiménez que cruza sin que el arquero local pudiera hacer nada.
El segundo llegaría en el 59, después de un córner que Alejandro, el portero local, despejaba de puños a la zona derecha del ataque blanquiazul por donde aparecía el juvenil Estévez que, sin dejarla caer, la pegaba duro para volver a meterla en el área, donde estaba Charro, en el que golpeó el cuero y se quedó con la posesión para cruzarla donde Alejandro no podía llegar y poner el 0-2 que parecía que sentenciaba la contienda, no sólo por la renta, sino por la diferencia en lo que mostraban ambos equipos.
Sin embargo, el Rinconada empezó a mover el banquillo y en el campo se asumió que el partido estaba ganado, cayendo en unas confianzas que se tornaron peligrosas en el 66, cuando Molina cogió un balón en el centro del campo, pegado a la izquierda, se fue de todo el que le salió al paso con demasiada facilidad plantándose solo delante de Álex y lanzar un zapatazo a la escuadra imposible para el cancerbero.
Este gol hizo que el Algabeño oliese la sangre y se lanzara a tumba abierta a por el empate, mientras al Rinconada le temblaban las piernas. El partido cambiaba el decorado que había tenido hasta el minuto 60 y ahora eran los de Diego López los que encimaban a la defensa rinconera presionando y los que querían cercar la meta de Álex. En el 86, un saque des esquina desde la izquierda al segundo palo, lo cazó Nacho para tocarla lo justo para que se colara en la red, poniendo las tablas en el marcador.
De ahí hasta el 95 que Aguilar Bonilla prolongó el partido, hubo ida y vuelta, pero con mayor peligro local, ante el nerviosismo visitante. Afortunadamente para los rinconeros, el marcador ya no se movería, pero la sensación, camino de los vestuarios, era que habían volado dos puntos que estaban en el bolsillo, y que, tras la inesperada victoria del Montequinto en San José, y el Pilas, que ganó en Puebla, la renta respecto al descenso es ahora de cinco puntos, antes de tener que recibir al Estrella San Agustín y visitar a la Peña Deportiva Rociera.