Esta actriz, pedagoga y directora ha presentado en el CRAES, dentro de Estación de las Letras, esta obra que es un testimonio excepcional de más de dos décadas de encuentros con figuras clave del teatro físico, ritual, experimental y antropológico a nivel mundial. “El teatro, las artes, no nos pertenecen, si algo es bueno hay que tomarlo y pasarlo”
Silvia Garzón es una artista integral con una sólida y extensa trayectoria en las artes escénicas, que abarca más de dos décadas como actriz, formadora, directora y creadora de proyectos culturales con fuerte impacto social.
Desde 1998 ha estado estrechamente vinculada a la compañía Atalaya y al Centro Internacional de Investigación Teatral TNT, donde ha participado en numerosos montajes dirigidos por Ricardo Iniesta, destacándose por su intensidad interpretativa, su rigor técnico y su compromiso con una poética escénica transformadora.
Como actriz, Silvia ha dado vida a personajes complejos y emblemáticos como Mari Gaila en ‘Divinas Palabras’, Elektra en ‘Elektra.25’, Goneril en ‘Rey Lear’, Medea en ‘Medea’, la extranjera o Ivette en ‘Madre Coraje’ —papel por el cual fue nominada a los Premios Max y los Premios Andaluces de Teatro como mejor actriz secundaria—.
En el ámbito pedagógico, Silvia coordina desde 2006 el Laboratorio de Investigación Teatral de TNT, donde imparte entrenamiento físico-vocal, creación escénica y técnicas de interpretación inspiradas en Grotowski, Meyerhold, el Teatro Isabelino, el Teatro Brechtiano y el Butoh japonés. Su enfoque pedagógico, basado en el entrenamiento profundo del actor creador, ha sido compartido en universidades, centros culturales, festivales y escuelas de arte dramático en toda España y América Latina.
Una de sus facetas más relevantes ha sido el trabajo como formadora y directora en proyectos de teatro comunitario e inclusión social, especialmente con mujeres del asentamiento chabolista de El Vacie (Sevilla). Desde 2008, ha impulsado talleres y montajes como ‘La casa de Bernarda Alba’ y ‘Fuenteovejuna’, generando un modelo de integración cultural galardonado con premios como el Premio El Público, el Premio Andaluz Gitano y reconocimientos institucionales por su impacto social.
Paralelamente, Silvia ha dirigido espectáculos como ‘Yo, Ulrike, grito’ de Dario Fo, ‘El marinero’ de Fernando Pessoa o ‘Misterio Bufo’, fundando su propia compañía OHO Teatro. También ha desarrollado proyectos de fusión escénica con flamenco, lengua de signos y teatro físico, demostrando una mirada contemporánea, transversal e inclusiva de las artes escénicas.
Ahora, ha llegado a Estación de las Letras para presentar su libro ‘Danzando con maestros. Cuaderno de viaje de una actriz de Atalaya’, en un encuentro en el Centro de Artes Escénicas y Visuales de La Rinconada (CRAES) que ha estado conducido por el presidente del colectivo Rafa Coca.
Coca ha iniciado el encuentro afirmando que Silvia Garzón “representa un ejemplo de artista comprometida con la escena, la educación y la transformación social, cuya práctica fusiona lo artístico, lo pedagógico, pero, sobre todo, creo que lo humano”. En su libro ‘Danzando con maestros’ “nos ofrece un testimonio excepcional de más de dos décadas de encuentros con figuras clave del teatro físico, ritual, experimental y antropológico a nivel mundial. El libro es mucho más que una recopilación de entrevistas o semblanzas: es una cartografía viva del aprendizaje a través del cuerpo, la voz, el gesto y la memoria cultural de las artes escénicas”.
Organizado en capítulos temáticos según tradiciones o disciplinas —desde el Teatro Balinés, el Kathakali, el Nô y el Butoh, hasta el teatro brechtiano, la biomecánica, el clown, la tragedia griega o la danza contemporánea— el libro traza un puente entre oriente y occidente, entre lo ancestral y lo contemporáneo. “Cada capítulo se construye como una danza entre el testimonio del maestro y la mirada de la autora, hilando una conversación donde confluyen técnica, filosofía, espiritualidad y praxis artística”.
En el libro de Garzón aparecen estos maestros que han ido conformando su faceta artística como Roberta Carreri, Akira Matsui, Leo Bassi, Daisuke Yoshimoto, Enrico Masseroli, Gennadi Bogdanov, Vicente León o Esperanza Abad, entre muchos otros.
También dedica un espacio especial a lo que Garzón denomina “Territorios propios”, donde artistas como Beatriz Camargo, Cristina Samaniego y Vivian Acosta comparten sus procesos de creación arraigados en la tierra, lo femenino y lo ritual. El libro cuenta con un prólogo de Ricardo Iniesta, director de Atalaya y maestro escénico de la autora.
Durante el encuentro Silvia ha contado que la idea del libro surge de poner en orden todos los cuadernos que, desde el año 1999, ella ha ido escribiendo para tomar notas de cada una de sus entrenamientos, talleres y encuentros. Una costumbre que le inculcó la actriz y docente italiana Roberta Carreri. “Mi pretensión era pasarlo todo a limpio y Ricardo me sugirió hacer un boletín especial. Me fui a la playa de vacaciones y empecé a escribir y se fue alargando en páginas. Volví al TNT y vi videos antiguos y al final surgió este libro”, ha explicado. También ha señalado que “sirve para poner en orden mis ideas, tomar conciencia de lo aprendido y lo enseñado”.
La obra recoge entrevistas y reflexiones con figuras muy influyentes como la ya mencionada Roberta Carreri, Akira Matsui, Leo Bassi, Augusto Omolú o Esperanza Abad. “Es importante la palabra maestro, el significado que yo le doy. No sólo es la técnica, que también, es una suerte aprender de ellos y ellas, saber que dedican su vida a rescatar un legado, pero luego está la anécdota, el encuentro personal frente a la vida”. Se trata, según Garzón de la “esencia” que viene de los maestros, que trabajan algo “mucho más ancestral”, “eso se ve en el Butoh que es un estilo de vida, por ejemplo”.
“Las personas que tienen ese nivel de haber dedicado su vida entera a una disciplina, como Augusto Omolú, es una pasada. Traen algo que viene directamente de la fuente, han bebido de ella y deben ser llamados maestros”, ha subrayado Garzón, que ha puesto también ejemplos con Beatriz Camargo y Vivian Acosta.
Preguntada por el presentador del acto sobre si este libro también puede ser una herramienta educativa, la actriz ha contestado que no tiene ni idea a quien puede servir, pero sí que dejó el libro en la escuela de teatro de Córdoba y una alumna fue a verla para saber más. “Si despierto la inquietud de alguien, es genial. El propósito era escribir para mí y después compartirlo. Lo que hacemos no nos pertenece, estamos de paso… El teatro, las artes, no nos pertenecen, si algo es bueno hay que tomarlo y pasarlo. La esencia es tomarlo y darlo, si no, no tiene lógica”.