El escritor presentó en la Sala Maga la segunda parte de ‘La pasajera del Graf Zeppelin’, novela negra ambientada en Sevilla, retrato de una época, de la historia “convulsa” y de las pasiones y emociones de quienes la vivieron entre la realidad y la ficción
‘La pasajera del Graf Zeppelin’ es para Mercedes de Pablos “un Jardín de las Delicias”, con un hombre y una mujer “que se han encontrado y se han perdido”, tal y como escribió para el prólogo de la primera parte de esta obra de Fernando Monterrubio. Sobre la novela han profundizado la periodista y el escritor en la Sala Maga, al hilo de la presentación del segundo volumen de esta novela dividida en dos partes, que pone fin a una historia con mucho de realidad y mucho de ficción que sucede en la Sevilla de mitad de los años 30 del siglo XX.
Esta historia se cuenta en dos volúmenes que conforman una novela, pero que a la vez podrían ser dos. Aunque compartan personajes y trama. Porque si la primera parte es “más sosegada”, en la segunda hay más ritmo. Al mismo tiempo que Sevilla, a la que el autor explicó que “siempre quise tenerla como personaje”, es también protagonista en la primera y “más secundaria” en la continuación. Serán estas tal vez las pocas diferencias que hagan distintas las partes que conforman un todo de novela negra que es también thriller y novela histórica.
Novela también histórica con ciertas licencias
Porque en ella hay historia. De Europa, de España y de Sevilla. Marco necesario para la acción, no es un manual de hechos pasados, sino un relato vívido que da marco a la acción entre el futbolista y la viajera, entre Agustín Pinto y la misteriosa pasajera, contraparte femenina y feminista que casi sin estar determina el relato.
Pero la hay con licencias. “El Graf Zeppelin llegó a Sevilla, pero de noche y no de día como yo lo planteo”, explicó el autor. “Y en el viaje al revés, es decir, yo planteo que viene desde Alemania dirección América y ese día llegó a Sevilla viniendo de América dirección Alemania”. Una libertad creativa que “no trastoca la verdad histórica”, ni de este ni del resto de hechos que se cuenta, y que reflejan cómo bullía la sociedad y la política del momento.
Con el Betis a punto de jugar una final europea, el libro “arranca una vez que el Betis ha ganado la Liga”, en abril de 1935. Una época “convulsa” en España, y “eso se respira en la novela”. El tiempo de “calma chicha” entre los conflictos del año 34 y el estallido de la Guerra Civil en 1936 en Sevilla es “ese espacio de novela negra” que Fernando Monterrubio necesitaba para su trama. Y aunque “la historia de Agustín Pinto y la pasajera del Graf Zeppelin se centra en Sevilla, si abres el objetivo, te das cuenta de que todo está dentro”. Con ello, esta doble novela es también “un homenaje a los escritores de entreguerras” y a las novelas de la época, al tiempo que un repaso de la misma.
Con ese marco histórico, sigue siendo una novela de factor humano donde las pasiones mandan. Agustín Pinto es “un perdedor”. Es el protagonista “un exfutbolista del Betis que no llega a debutar oficialmente” por una lesión. “Desde el primer momento es un alma rota”, y en la novela “un héroe a su pesar”. Es igualmente “un superviviente” al que “la pasajera le da la esperanza”. Ella es la “chispa” que enciende todo. Un personaje “tan misterioso, tan seductor, tan inteligente, tan fascinante”. Al tiempo que “una mujer moderna para los cánones de la época y sobre todo para España, totalmente individualista, que habla sin tener que rendir cuentas a nadie, profesora universitaria, independiente”, que, a fin de cuentas, es la “catarsis” que rompe la “pasividad” del exfutbolista haciendo que “se active”. Ambos se mueven en los dos volúmenes entre “personajes típicos y atípicos”, en una ciudad “típica y atípica” también, afirmó Monterrubio.
Retrato social de una época
Con ellos, el autor se dedica “un poco a jugar con la novela de espías, con la novela negra, con thriller”. Con grandes influencias del género, Monterrubio aseguró que “la novela negra es muy buena herramienta para contar historias sociológicas”, siendo al fin y al cabo este doble libro un retrato de personas en una época determinada. “El retrato social y los buenos personajes”, que apostilló la entrevistadora.
Si en la primera parte el protagonista acaba a horcajadas sobre la tapia de un cortijo, la segunda cierra definitivamente la historia entre la pasajera y Pinto, con un final que el autor siempre tuvo claro. En relación con su primera novela, ‘Un hombre en la canícula’, los lectores le preguntan por si “puede haber un crossover” entre los personajes de ambas, ya que prácticamente comparten época – la primera en el año 36, ya en la guerra, y los dos volúmenes de la segunda en el año inmediatamente anterior –. A pesar de la posibilidad de unirlos y “utilizar una novela negra para contar historias reales”, su nuevo proyecto se centrará en Resines, el protagonista de ‘Un hombre en la canícula’, que “pedía más y en ello estoy”, continuando con el “Madrid asediado y bombardeado” de final de los 30.
Mientras llega, el “friso” de pasiones y emociones que es la historia de ida y vuelta de la pasajera y el exfutbolista queda completada con esa imagen tan real de personajes con entidad histórica y otros ficticios, que retratan una época convulsa de nuestra capital, nuestro país y el viejo continente.