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Raúl Carmona apela a un milagro en el duelo de vuelta ante el Betis C, donde necesita ganar por tres goles en un feudo donde su rival no ha perdido en toda la temporada
El Rinconada no quiere bajar los brazos y ayer por la tarde, ya con la cabeza fría, su entrenador, Raúl Carmona, trataba de espolear a los suyos, apelando a la épica en el partido de vuelta ante el Betis C, donde los blanquiazules necesitan una proeza de proporciones inabarcables para ascender a División de Honor, después de la derrota en el Nuevo Ramos Yerga por 0-2.
Si analizamos la frialdad de los datos, el Betis C sacaba en la Liga Regular 23 puntos al Rinconada. Sólo perdía dos partidos y empataba cinco. En su feudo, en la Ciudad Deportiva Rafael Gordillo, donde se jugará la vuelta, los números son aún más escandalosos, con trece victorias y dos empates, es decir, 41 puntos de 45 posibles. Además, no es sólo la campanada, sino que el Rinconada necesita vencer por tres goles de diferencia, algo que el Rinconada sólo ha logrado esta campaña ante el Arahal (0-4) y el Utrera B (4-0).
El signo más evidente de la machada que implicaría el ascenso se vio sobre el Ramos Yerga a partir del minuto 70 de partido, donde la superioridad física bética cuando más apretaba el calor era tan grande, que quedaban a las claras lo que implica dedicarse en cuerpo y alma al deporte, a mejorar día a día, mientras que los blanquiazules tienen que compaginar sus entrenos con el trabajo o los estudios, sin poder dedicar a la preparación el 100 por 100 de su tiempo y esfuerzo.
Pase lo que pase en la vuelta, la nota de equipo es de Matrícula de Honor, siendo el campeón de los mortales. Quizás la forma en la que se estructura esta categoría, que es un pozo, ha perjudicado tremendamente a un equipo que ha tenido que lidiar con dos proyectos faraónicos –Villafranco y Dos Hermanas- y ahora con el Betis C, que, en otras circunstancias, habría alcanzado ya la División de Honor. Incluso el alcalde, Javier Fernández, abogaba antes del partido porque “el campeón ascienda directamente y haya un Play Offs del que se salga una segunda plaza de ascenso”.
La vuelta hay que jugarla y, evidentemente, el Rinconada se ha caracterizado en toda la temporada, por no bajar los brazos, y no lo va a hacer ahora, pero las opciones son escasas por el escenario, el rival y el propio cansancio acumulado en las filas rinconeras.
Centrándonos en la ida, el duelo comenzó muy ajetreado. Pablo López se lesionaba en los primeros compases en el Betis, que gritaba desde el suelo que se había roto el cruzado. Lo sustituía Íker, que trajo por la calle de la amargura a toda la defensa rinconera, con su cambio de ritmo y velocidad. En el minuto 9, Gonzalo del Castillo adelantaba al Betis, en una desaplicación defensiva del Rinconada. Tocaba remar en contra. Para colmo, poco después, tenía que abandonar el campo Luis Cubero, con problemas en el cuádriceps.
Conforme avanzaban los minutos, el Rinconada se iba engrasando. Ángel y Sergio empezaban a combinar y eso era sinónimo de peligro. Cuevas lo intento, y Sergio casi lo consigue, con un remate que tocó el palo y que, posteriormente, en un segundo remate, se fue fuera. El Betis C trataba de explotar el físico a la contra, pero los locales, espoleados por su público, no le perdían la cara al partido. En el 48 de la primera parte, Bonada Gómez señalaba el descanso y la sensación era que el Rinconada la podía tener para, al menos, empatar, en la segunda parte.
Sin embargo, la segunda parte no tuvo el comienzo deseado. Raúl Carmona puso toda la carne en el asador y el Rinconada reclamó un penalti sobre David Cuevas, que se quedó tendido en el suelo tras un choque con Valero. La impotencia fue mayor cuando en la jugada inmediatamente posterior, Bonada Gómez señaló la pena máxima en el área contraria, cometida por Samu sobre Dani Álvarez. Solís ejecutó el lanzamiento y Álex Arenas paró el lanzamiento, pero Junior cazó el rechace y lo mandó al fondo de la red, poniendo un 0-2 que hacía la cuesta demasiado empinada.
El Rinconada lo siguió intentando, pero conforme pasaban los minutos, las piernas pesaban más, porque apretaba el calor y el físico se resentía. En ese punto se vio clara la gran diferencia entre ambos equipos, que no era técnica o técnica, sino física, por los verdiblancos parecía que iban en moto. Íker rompió a la defensa y sólo la mano milagrosa de Álex Arenas evitó un nuevo gol visitante.
Con todo, al Rinconada se le fue acabando la gasolina y el Betis C a dar por bueno el resultado, con lo que el tiempo fue pasando y, tras seis minutos de alargue, el colegiado pitó el final. La semana que viene llegará la reválida. El Rinconada buscará el milagro y se dejará la piel en el intento. Como decía Raúl Carmona, “hasta el rabo todo es toro”.