Deportes |
El Rinconada pierde en un mal partido ante el Ventippo, un rival directo por la permanencia, y vuelve a encender las alarmas
Parecía que con la llegada de Dani Ruiz
el equipo rinconero podría encontrar la estabilidad que tanto anhelan desde la
parcela deportiva del cuadro blanquiazul. A pesar de que el nuevo entrenador
comenzó con una doble victoria que les permitía salir del descenso, lo cierto
es que, después de una derrota ante el Camas y la imagen mostrada esta jornada
en casa, se empiecen a visionar viejos fantasmas que parecían olvidados.
El partido podría ser perfectamente
colocado en el lugar del partido frente a Pedrera, el peor partido de la
temporada hasta ahora del cuadro rinconero. Mal juego, un centro del campo
inactivo y alguna que otra figura de la plantilla que sigue sin dar los
resultados esperados de forma regular.
El encuentro, desde el inicio,
vislumbraba un panorama gris como el cielo que se presentaba en el Leonardo
Ramos Yerga. El Ventippo, que necesitó muy poco para ganar al Rinconada, se
mostró durante todo el partido temeroso atrás y con las ideas muy claras
en ataque, lanzando balones en largo y provocando el caos en la defensa
rinconera con apenas dos pases. Los primeros ataques, aunque sin rumbo fijo,
caerían del lado local, que llegaba con facilidad, pero no terminaba de rematar
en la línea de ataque las salidas desde atrás, y el fútbol en estos casos es
demasiado claro: si fallas, lo acabas pagando. Y vaya si lo pagó.
Cuando el partido más frío se
encontraba, un lanzamiento en largo de la defensa de Casariche, con dos cambios
de orientación incluidos, acabó con un remate al segundo palo de Luna. Solo 5
minutos después, el capitán del equipo visitante, Rodas, falló un penalti que
pudo ser definitivo para los rinconeros pero que, en una gran actuación, Checa
atajó y mantuvo vivo a los suyos.
En la segunda mitad, el partido se
convertiría en un completo monólogo rinconero. Los casaricheños, atrás,
entregaron la pelota a un Rinconada que se mostraba impotente con ella, con
pocas ideas y demasiada precipitación, lo que hizo que el Rinconada no
consiguiera el gol del empate. Paradojas del fútbol, lo que el año pasado era
vital, este año es un lastre. Si quieres ganar un partido frente al Rinconada,
parece que la solución es darle la pelota, puesto que el centro del campo,
anulado completamente por ellos mismos, se precipitaba continuamente y no
conseguían encontrar ese último pase que pudiera dejar a algún compañero solo
ante la portería rival. Cuevas, de nuevo, fue el artífice de los mejores
ataques blanquiazules, que quedaron siempre en agua de borrajas. A pesar de los
últimos diez minutos de infarto, donde el Rinconada apretó hasta la saciedad,
lo cierto es que, a excepción de un cabezazo de Moi, los locales no llegaron
con la claridad suficiente para certificar el empate.
Tras un buen arranque de la era Dani
Ruiz, lo cierto es que las viejas carencias vuelven al equipo rinconero: el
centro del campo, que debería de ser el bastión más importante del Rinconada, se
ha convertido en un lastre que ni crea, ni destruye. Partido tras partido pasa
impertérrito en un equipo que vuelve al balonazo y a buscar la pelea de los de
arriba. Así, es muy difícil que encuentre gol, puesto que, si renuncia a la
pelota, su mejor virtud, no conseguirá encontrar la estabilidad necesaria para
un equipo que, por plantilla, tiene la obligación de jugar al fútbol con el
balón, no sin él.
En definitiva, la preocupación vuelve a
florecer en el Ramos Yerga tras la dudosa imagen ofrecida en esta jornada.
Aunque sigue siendo pronto para buscar responsables, lo cierto es que los
viejos problemas rinconeros vuelven a salir y crear dudas en el juego de la
Unión Deportiva Rinconada.
Iván Salgado