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Un San José en cuadro sufre un castigo excesivo ante la Peña Rociera y se queda sin opciones de meterse entre los elegidos para pelear por subir a Tercera
Aunque la mayoría de los jugadores
del San José no había nacido, los que ya vamos teniendo una edad, recordamos
que en el año 1994 se disputaba el Mundial de Estados Unidos. En el duelo de
cuartos de final, que España jugaba frente a Italia, en el tramo final del
choque, Julio Salinas encaró en un mano a mano a Pagliuca, pero el arquero transalpino
le paró el lanzamiento. Y en la jugada inmediatamente posterior, era Roberto
Baggio el que encaraba a Zubizarreta, que no perdonaba y ajusticiaba al
combinado nacional. Eso mismo le ocurrió ayer al San José ante la Peña Rociera.
En el 90, Fernando se quedaba solo ante Rivas. No llegaba a disparar, sino que
trataba de recortar al defensa, se embolicaba y acaba perdiendo la pelota. En el
ataque posterior, era Gordi el que se quedaba solo ante Sebas y batía al
arquero cañamero, poniendo el 0-1 en el marcador en el tiempo de alargue.
En el duelo azulino-nazareno no
hubo un codazo después, como el de Tassotti a Luis Enrique, sino un lanzamiento
sin dejarla caer de Relaño que Rivas desvió de manera excepcional. Eso sí, el
sentimiento de frustración a posteriori fue similar, en las Roja por quedar
apeados de las semifinales y en el Felipe del Valle porque los de ‘Che’ decían
adiós a sus opciones de pelear por el ascenso en la segunda fase. Sin duda,
excesivo castigo para un equipo que, quizás no mereciera la victoria, pero lo
que seguro que no, era la derrota, máxime después del esfuerzo titánico, con
abundante lluvia durante todo el envite, y sin cambios, porque solo Juan y
Pablo -además de juveniles y los lesionados Emilio y Montaño- integraban el
banquillo azulino, y Juan se lesionaba cinco minutos después de salir.
La conclusión de todo esto es que
al San José le tocó el partido decisivo en su peor momento y ante el peor rival
posible, porque la Rociera es un señor equipo y además venía de dulce tras sus
últimos resultados, y sufrió, tras la dolorosa derrota en Alcalá, un segundo
golpe del que ya, sólo puede (y debe) levantarse, para pelear por un premio
menor.
El partido no fue muy vistoso,
dadas las condiciones meteorológicas, los pocos riesgos que estaba dispuesto a
correr el cuadro nazareno y la escasez de efectivos que tenían los cañameros.
Eso sí, los de ‘Che’ fueron los que más expusieron, los que buscaron más el
triunfo -no les quedaba otra- y los que gozaron de las mejores ocasiones. En la
primera parte, un cabezazo de Fernando fue despejado por Rivas de manera espectacular,
cuando ya se cantaba el gol. Por el lado visitante, un remate de Álex Rubio que
se marchó fuera por poco y un balón que se paseó por la línea de fondo sin
encontrar rematador fueron sus credenciales.
En la segunda mitad, a la hora de
refrescar el equipo, Emilio López sacó a gente como Villalón o Gordi, incombustibles
que, en el caso del segundo, fue el que acabó decidiendo el partido. Los
locales, a pesar del cansancio, dieron la cara hasta el final, pero se encontraron
con el desenlace más cruel de todos los guiones que podían escribirse sobre el
partido. Tras el tanto, Gordi mandó fuera un balón que bien hubiera podido ser
el segundo tanto nazareno, mientras que Relaño, justo antes del pitido final
del malagueño Mora Díaz, sacaba un zapatazo desde la frontal sin dejarla caer
que, de nuevo Rivas, evitaba que subiera el empate -que tampoco valía de mucho-,
al marcador.
Ahora, al San José, que se ha visto relegado a la sexta plaza, superado por Alcalá y Chiclana -que tiene además un partido menos-, tendrá que recibir al San Roque y acabar la primera fase en Torreblanca, antes de jugarse la temporada en una segunda fase en la que cualquier despiste puede ser decisivo. Ahora, lo que tiene que trabajar Che es la redención anímica de su plantilla y la recuperación de efectivos que le permitan alternativas. Eso o, si las dolencias no mejoran, acudir al mercado para no tener un susto aún más gordo.