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El Rinconada se complica la permanencia tras no pasar del empate ante el Dos Hermanas, en un partido en el que los de Nando fueron superiores, pero acabaron condenados por sus errores groseros
Pueden utilizar las antítesis que
les apetezca. El cielo y el infierno, las dos caras de la misma moneda, el bien
y el mal… pero todas se resumen en una afirmación muy manida en el argot
periodístico, pero que no por ello es menos cierta: el peor enemigo del
Rinconada es el propio Rinconada y ese otro yo que aflora en momentos puntuales
de los partidos puede costarle muy caro al equipo de Nando de la Rosa. Nada
más, y nada menos, que la permanencia en Primera Andaluza, un objetivo que se
complica tras el empate en el Miguel Román, un duelo que puso en evidencia, más
que ningún otro en la temporada, todo los que se ha comentado anteriormente.
Nada más comenzar el partido, el Rinconada
sacaba de centro, perdía el balón tras una mala entrega, el Dos Hermanas metía
un pase al hueco por banda derecha dejaba solo a Cabas delante de Jairo ante la
mirada impasible de Edu de la Hera, que era quien debía tapar el hueco y el
delantero nazareno no perdonaba al club blanquiazul. Primer minuto y ya tocaba
remar con el partido en contra.
Sin embargo, el Rinconada no se
amilanó. Se desgañitaba en la banda opuesta a los banquillos el director
deportivo, Santi Aragón, recordándoles a sus futbolistas que quedaba todo el
partido por delante. Los locales también intentaron contemporizar, por aquello
de la ventaja en el marcador lo que se fue traduciendo conforme al paso de los
minutos, en más posesión y acercamientos más peligrosos de los de Nando de la
Rosa. Jhon se mostraba activo, la pedía, trataba de desmarcarse, se medía con
todos los defensores nazarenos. Carlos Ávalos era el maestro de ceremonias.
Casi todos los balones acaban en su pierna derecha para ponerla al área, donde
la vanguardia de los del Nuevo Ramos Yerga se afanaban en cazar alguno de los
centros. Una idea simple: presionar la salida del balón, buscar la opción del
pase lateral y rentabilizar jugadas a balón parado. Y esa idea, simple, le dio
resultado en el minuto 30, tras un saque de banda en la derecha en la que, otra
vez, el balón llegó a Ávalos que ponía el centro en el corazón del área donde
Colela, que ´se había incorporado desde la izquierda, ponía la testa para
desviar la pelota a la mismísima escuadra, donde no podía llegar Fernando, para
devolver las tablas al marcador. Era el minuto 30 y quedaban dos tercios de
partido para que los rinconeros fueran a por la victoria.
El empate espoleó a los
visitantes que enlazaron, quizás, sus mejores minutos del partido, aunque no
pudieron traducir ese dominio abrumador en goles. Y eso que hubo dos
clarísimas. De Jhon, que entrando como un tren desde la izquierda cruzaba en exceso,
y del propio ex delantero del Écija, al alimón con Colela, en un remate franco
a bocajarro que terminó por despejar a córner Fernando.
Con todo, al final de la primera
parte se llegó con el empate a uno. Y la segunda comenzó con dominio del
Rinconada. Los de Nando tenían la pelota y, quizás fruto de las mayores
urgencias de puntos que su rival, buscaban con más ahínco la meta local. Y, como
ocurriera en la primera parte, pero a la inversa, el gol llegaba en el primer
minuto de juego: Jugada embarullada en la que los nazarenos pidieron falta,
balón que se queda suelto en el área por la zona donde pasaba Charro y el capitán,
sin detenerse, que se ponía seca y rasa cruzándola donde no podía llegar
Fernando. El Rinconada se ponía por delante, lo que premiaba su valentía y su
mejor juego hasta entonces.
Sin embargo, fue cobrar ventaja y
ceñirse negros nubarrones sobre las cabezas rinconeras. El equipo cortocircuitó
y pronto llegaría el empate… y gracias, porque los diez minutos de caraja
dieron para mucho, aunque, afortunadamente, solo llegó un gol en contra. Pero
qué gol… casi sin haber dado tiempo a saborear la ventaja en el marcador, un balón
sencillo, con toda la ventaja de la zaga. Gata iba de cara con toda la ventaja,
mientras que Douglas trataba de llegar en la presión desde atrás. El zaguero se
embolicó, en vez de cederla de cabeza, quiso recortar cuando el atacante ya
estaba encima. Jairo dudó viendo que su compañero no se decidía y se quedó a
media salida. Gata la perdió y Douglas, con Jairo fuera de posición, solo tuvo
que empujar el balón a la red.
Este gol, el 2-2, descosió por
completo al Rinconada. El equipo, frágil en lo anímico por las cicatrices que
acumula de toda la temporada, se fue del partido y el Dos Hermanas lo pudo
desangrar. La más clara la tuvo Vitao, que había entrado tras el primer tanto
rinconero y que, sólo en el área chica con Jairo batido, la tiró fuera. Poco
después, en una salida sin sentido del arquero casi hasta el banderín de córner,
también pudieron marcar los nazarenos, pero de nuevo la suerte se alió con los
de Nando.
El Rinconada era un flan y el Dos
Hermanas olía la sangre. Sin embargo, conforme avanzaba el duelo y no acaba de llegar
el tercero de los locales, los blanquiazules se fueron sacudiendo la presión y,
de nuevo, volvieron a asomarse por los dominios de Fernando. En una de estas, en
la que Colela trataba de asociarse con Edu de la Hera, el lateral recibió en el
área y vio al defensor que no medía la fuerza con la que iba en su busca. Se
dio la vuelta, protegió con el cuerpo y se dejó arrollar, indicando Gutiérrez
Requena el correspondiente penalti, lo que permitió a Abel Pando volver a
adelantar a los visitantes con el 2-3.
Era el minuto 74 y, con el gol,
el Rinconada lograba oro en el zurrón de vuelta. Pero otra vez el vértigo de la
ventaja cortocircuitó a los rinconeros. Dos minutos después, en un balón a favor
sin mayor problema, Junior envió adentró rifando y perdiendo la pelota, el Dos
Hermanas trató de salir y Suárez se pasó de frenada en una falta en el centro
del campo que le costó la segunda amarilla, cuatro minutos después de ver la
primera. Quince minutos, mal contados, más el alargue, con un futbolista menos.
Tocaba apelar a la épica.
Los rinconeros se dedicaron a
defender, pero la defensa hace aguas. Lleva así toda la temporada. El cansancio
por el esfuerzo también pesaba a los de Nando y, en otra desaplicación, balón
llegó a Douglas a la espalda de la defensa. No tenía mucho ángulo, aunque se podría
haber evitado que recibiera. El caso es que el atacante se sacó un disparo magistral
ante el que nada pudo hacer Jairo para poner el 3-3 que, a la postre, sería
definitivo. Quedaban entonces cinco más el alargue de sufrimiento, pero lo
cierto es que no hubo excesivo peligro del Dos Hermanas. De hecho, la más
clara, en el alargue, justo antes del pitido final de Gutiérrez Requena, la
tuvo Kisko, a balón parado, en la zona desde la que más le gusta, desde donde
ya había perforado esta campaña las mallas del Camas. Él mismo se había
fabricado la falta. Lanzó a puerta y el baló se fue lamiendo el palo izquierdo
de la meta de Fernando, justo antes de que el árbitro indicara el final.
Con este resultado, el equipo sigue en zona de descenso, a tres de la salvación que marcan La Barrera e Ibarburu. Quedan partidos para voltear la situación y hay mimbres en la plantilla para hacerlo. La vuelta de Rafa Villanueva se espera como agua de mayo y el equipo no baja los brazos. Pero cuidado, que el margen cada vez es menor.