El San José consumó su descenso a Primera Andaluza tras una temporada irregular, deficiente, en la que, posiblemente, se puedan encontrar diferentes momentos en los que el equipo no estuvo a la altura. No es una cuestión de segundas oportunidades, sino de múltiples tropiezos. Tras el partido, conjura en Redes sociales… “ya falta un día menos para volver”, pero la realidad de todo esto es que la vuelta será algo tremendamente complicado.

Pero vayamos por partes. En el partido ante los isleños el San José no dependía de sí mismo, sino que tenía la obligación de ganar y, a mayores, que no lo hiciera el Algabeño o el Alcalá. Para subir el nivel de dificultad, el rival estaba en la misma tesitura, con los mismos puntos que los cañameros. También tenía que ganar y esperar que alguno de los otros dos no lo hiciera. A pesar de la emoción, la entrada al municipal no fue excesivamente alta. Si superior a la media de los encuentros de la categoría -con una representación cañamera en torno a medio centenar-, pero no estaba el campo lleno, ni mucho menos.

En la primera parte fueron los locales quienes llevaron la voz cantante. El San José, del que, quizás lo que mejor se puede decir, es que ha creído hasta el final, que ha estado comprometido hasta el último minuto y que se ha dejado la piel -independientemente de carencias y vicisitudes varias-, estuvo muy atenazado, bloqueado, superado por la presión, que hacía que cada decisión se tomara un segundo tarde. Los isleños, más enchufados de inicio, y con mayores obligaciones por aquello de jugar en casa y por haber tenido amarrada la permanencia solo tres partidos antes, rondaban la meta de Sebas, aunque sin apenas peligro. Sin embargo, conforme avanzaban los minutos, la posesión, el dominio y las ocasiones se acentuaban más. Sebas se erigió en salvador, con dos intervenciones salvadoras, pero nada pudo hacer en la tercera. Félix, con un disparo ajustado a la cepa del poste, lograba adelantar a los onubenses en el 41 de la primera mitad. Antes del descanso, otra vez, Sebas volvió a salvar la vida a los suyos y otra más, lo que hizo que, al descanso, lo mejor valorado de la actuación cañamera fuera el marcador que aún era remontable, visto lo visto.

En la segunda parte el decorado cambió. El San José ya no estaba atenazado, ya lo tenía todo perdido y, de perdidos, al río. El equipo empezó a hilvanar, empezó a acercarse a los dominios onubenses. Las noticias que llegaban de otros campos hablaban de victoria del Alcalá (0-1) en Córdoba y empate a cero del Algabeño ante el Atlético Onubense, que jugaba con uno menos. Marcaba el Ciudad Jardín el empate, lo que salvaba momentáneamente al Isla Cristina, pero en esas, en el 65, un centro de Mimi desde la izquierda, la empaló con la testa Edu Brenes al fondo de la red. Ese gol condenaba a los isleños y ponía al San José a un gol de obrar el milagro. Los cañameros se lo creían y el Isla Cristina se ponía nervioso. Horrillo pudo marcar el segundo, pero su remate se fue alto.

Como lo de mirar a otros campos era inevitable, llegó al Municipal la noticia del gol de Atlético Onubense. El triunfo de los locales en el goal average particular con los de Diego Tristán, le daba en ese momento la permanencia al Isla Cristina. Y eso, indirectamente, hizo daño al San José, porque los onubenses se calmaron y cerraron filas para mantener ese resultado. Sin embargo, a diez minutos del final, empataba el Algabeño, lo que espoleaba al Isla Cristina, que de nuevo tenía la obligación de ganar. Al San José le empezaban a faltar las fuerzas, los cambios no surtían el efecto deseado y, para colmo, el Isla Cristina lanzaba la última oleada de ataques para intentar ganar. Tuvo que volver a parecer Sebas, que salvó ante Lay un mano a mano, e Ismael, que sacó bajó palos un balón que se colaba. La réplica trató de ponerla Fernando, centrando al área, con Horrillo y Juli de palomeros, pero sin suerte para poder conectar el remate. Vela Calderón, el colegiado cordobés, sólo alargó el partido cuatro minutos, a pesar de que, incluso, hubo pausa para hidratación y, con el final, el San José confirmaba su descenso a los infiernos, mientras el Isla Cristina se afanaba en saber cómo iba el Algabeño. Tras confirmarse la victoria de los de Tristán en Huelva, el drama se hizo compartido, las lágrimas se apoderaron de unos y otros y ambos se despidieron de la División de Honor. Se salvaron Alcalá (hubiese descendido con un gol del Isla Cristina o el San José) y el Algabeño.

Posiblemente, el partido en el Municipal de Isla Cristina no sea lo que condenó al San José. Quizás haya que ahondar en la temporada, en las lesiones, en los jugadores que se marcharon iniciado el ejercicio o en la falta de refuerzos para suplir a los unos y los otros. La forma en la que se dejaron escapar partidos que estaban ganados, como en Alcalá, y como volaron puntos ante rivales claramente inferiores, como el San Roque, en la primera vuelta, el Écija en la segunda o, hace una semana, el Ciudad Jardín, en el Felipe del Valle. No es algo nuevo, solo la consecución de una muerte que llevaba anunciándose varias temporadas. Un “que viene el lobo” que nadie creyó porque los últimos años la moneda había salido cara, pero esta vez tocó cruz.

Había quien se agarraba a lo imposible, hablando de una posible repesca por la separación en dos subgrupos la próxima campaña del Grupo I de División de Honor, pero eso es soñar con algo intangible. Más vale, como hicieron otros, reconocer los errores y conjurarse para no volver a repetirlos, pero, ojo, que subir es algo muy, pero que muy complicado. Este año se renueva la directiva, ya se sabe que José María Rojas será el nuevo presidente y que hay una profunda renovación en la planta noble del Felipe del Valle. A ver si la savia nueva es capaz de cambiar el rumbo. No se trata de personalizar culpas en nadie y en todos. La responsabilidad es compartida, habrá quien opte por la autocrítica o culpe a la mala suerte, que más da. El San José jugará la próxima campaña en Primera Andaluza.