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Máximo Huerta: “No creo en esa infancia de nube de algodón, a veces puede ser muy violenta”

Cultura y ocio |

El escritor y periodista valenciano ha presentado en Estación de las Letras ‘Adiós, pequeño’, novela con la que ganó el Premio de Novela Fernando Lara 2022 y que ya va por su novena edición. Una obra que habla del pasado, de los silencios, un buen testimonio que se enfrenta a la narración de su propia vida. Retrato de un país y una época, desde su propio universo personal

Justo un año después de que Máximo Huerta se alzara con Premio de Novela Fernando Lara 2022 por su novela ‘Adiós, pequeño’, este escritor valenciano ha llegado a Estación de las Letras para mantener un encuentro con sus lectoras y lectores que ahonde en esta obra que es en un “canto a la vida”, que se sumerge en su infancia, un viaje, a través de la memoria, en la que ficciona su propia existencia, con recuerdos y silencios. 

La Hacienda Santa Cruz ha vuelto a convertirse en epicentro de las letras, en un acto emotivo donde el público ha disfrutado de este encuentro literario con Máximo Huerta, conducido por el periodista Sergio Moreno.

La delegada de Cultura, Raquel Vega, que ha introducido el acto, ha destacado, de este escritor y periodista, su talla intelectual, su labor como periodista y sobre todo su trayectoria literaria, con nueve novelas: ‘Que sea la última vez…’, ‘El Susurro de la Caracola’, ‘Una tienda en París’, ‘La noche soñada’ con la que obtuvo el Premio Primavera de Novela en 2014, ‘No me dejes/Ne me quitte mas’, ‘La parte escondida del iceberg’, ‘Firmamento’, ‘Con el amor bastaba’ y ‘Adiós, pequeño’. Sobre esta novela, Vega ha referido que es una obra que habla del pasado, de los silencios, un buen testimonio que se enfrenta a la narración de su propia vida. “Un pasado que se presenta con vacíos que no se pueden llenar, silencio y gran talento para la observación. Retrato de un país y una época desde su propio universo personal”. Un escritor que está convencido de que “la vida hay que gastarla”, y por eso se define como “contador de historias”.

El encuentro ha dado inicio recordando aquel 12 de mayo de 2022, en el Alcázar de Sevilla, cuando fue el ganador del Fernando Lara. Un texto que presentó con el título ‘La familia Arnolfini’ en clara alusión a ‘El Retrato de Giovanni Arnolfini y su esposa’, un cuadro del pintor flamenco Jan van Eyck, donde se ve un perrito y una mujer que simula estar embarazada. “La maternidad para mí en la novela era fundamental y ese cuadro lo representa”. También bajo seudónimo, Luis del Remedio, porque “Luis es el patrón del pueblo donde vivo y la virgen del Remedio del pueblo donde nací. Qué mejor que utilizar los dos patrones de mis lugares, creo que la cultura también pertenece a tus imágenes y a tus lugares, eso va más allá de todo y nos atraviesa como un tren”.
‘Adiós, pequeño’, que va por su novena edición. “Es un libro que me está dando muchas satisfacciones desde ese doce de mayo. Que un libro tan literario llegue al corazón y a tantas ediciones es porque toca la fibra del lector”, ha explicado Huerta.

Todo en esta novela lo ha llevado por derroteros diferentes a los habituales. Así, frente a escribir novelas delante del ordenador, con libretas repletas de datos recogidos, para esta novela no ha tenido que buscar información, porque toda se la ha dado su madre. “Toda esa información viene de la persona más importante de mi vida, que representa a muchas madres de esta España variada. Va a ser siempre importante, porque cuando acabé la novela ella empezó con la demencia”. Ha explicado Máximo Huerta que estaba escribiendo una novela, pero paró porque a su madre le diagnosticaron un tumor. “Cuando pude escaparme de Madrid, del confinamiento, me fui a por ella, y ahí empezó el cuidador, cambié mi lugar de trabajo, y con el ordenador en las piernas fui preguntándole cosas. Notaba que no había que buscar un personaje, que ya estaba y vivo; empecé a escribir, a narrar la vida de mujeres y hombres de esa época, para hacer, como yo digo, botes de conserva, para no olvidar”. Porque para este escritor “la única manera de mantener para siempre una historia es escribiéndola. Leer es la manera de reconciliarte con las historias y escribir es la única manera de que permanezcan”.

Una obra, ‘Adiós, pequeño’ de la que piensa que no volverá a hacer otra igual. “De la misma manera que Carmen Laforet fui incapaz de hacer otra ‘Nada’”. Esta es una obra que hace de catarsis al que la lee, que abre canales diferentes a sus diferentes lectores. Porque “cuando una novela va caminando sobre emociones, va tocando los terrenos claves de la literatura: el amor y el paso del tiempo. Todas las grandes novelas, no digo que ésta lo sea, tienen ese barro con el que se ha ido construyendo la historia”.

El libro empieza con una frase contundente: “Mi madre hubiera sido más feliz si yo no hubiera nacido”. “Esa frase es un homenaje a todas las madres que no eligieron libremente qué ser en la vida, ni siquiera eligieron ser madres, ni siquiera escogieron al hombre con el que quedarse, ni poder trabajar, ni abrir una cuenta bancaria, ni el color con el que vestían, ni siquiera pintarse las uñas”, ha sentenciado Máximo Huerta. Y ha recordado que hace poco pintó las uñas de color rojo a su madre, en una clara rebeldía porque a ella nunca la dejaron vestir de rojo.

Esa frase de inicio, ha aclarado el autor, no significa que “no nos hayamos querido. Nos hemos querido y mal, con ese apego feroz, que dice la escritora Delia Laboni, a veces te quieres, y de tanto intentar protegerte de los ruidos externos y del padre, te quieres de una manera dolorosa”. Así, ha reconocido que no es cuidador desde hace poco tiempo, sino que lo ha sido siempre: “He protegido a mi madre desde niño, sabía que si yo estaba en casa no pasaba nada, con lo cual eres cuidador desde pequeño, cuando no te toca, y descubres otro mundo y abandonas otros”.

También ha hablado de la infancia. “Hay muchos adultos que se ven obligados a edulcorar el periodo de la niñez. No creo en esa infancia de nube de algodón, a veces puede ser muy violenta. Ana María Matute decía que la infancia no se acaba nunca. Tendemos a ficcionar. ¿Eso es mentir?, sí, todos mentimos. La mentira salva mucho, salva familias, la mentira y el silencio son necesarias en nuestra vida”. Porque la novela también es mentira, ya que volver al pasado “también altera las cosas y mi abuela Irene, por ejemplo, ahora es más guapa que antes, o mi padre, seis años después de su muerte, lo recuerdo de otra manera, y me quedo con los momentos que me hacen la vida más tranquila a mí ahora”.

‘Adiós, pequeño’ transita por el matrimonio, el de sus padres, que puede ser reflejo de muchos otros en aquellos años. El qué dirán, un único baile y ya pertenecer al otro, la boda inevitable. “Se equivoca Disney cuando la boda es el final de cuento, me digo: si ahora es cuando empieza la novela”. 

En el libro, casi al final, la madre le dice al padre: “Tómate el café que se te va a enfriar” y el narrador contesta: “Nunca lo conociste, a él no le gusta el café caliente”. Máximo Huerta ha afirmado que cuando “empecé a verlos, no como mis padres, sino como un hombre y una mujer, vi lo poco que se conocían, lo distintos que eran, y entonces comprendí que eran dos planetas en órbitas distintas”.

Otro de los personajes de la obra es la abuela Irene. “Una mujer valiente. A mí las abuelas me han marcado mucho, tenía dos diferentes, una que se sentó a una edad en el sillón y tenías que ir a verla, y la Irene, que tenía un vestido y un collar de perlas, se peinaba con su brillantina y salía a la calle con una magia… parecía que era la dueña de la Hacienda Santa Cruz, que aquella casa incómoda era un palacio, ante cualquier cosa cocinaba, íbamos a misa, arreglaba sus plantas, una persona que, ante las adversidades de haber nacido en 1913, rehacía el mecanismo pasara lo que pasase”.

También está muy presente en el humor. “La literatura parte de nuestras canciones, de nuestra gastronomía, de nuestra cultura. La risa es salvadora, a mí me ha salvado ironizar en momentos duros y las dos pueden bailar en la misma tarde, la tristeza y el humor”.

Papel fundamental en la novela es Doña Leo, la perrita, que Huerta ha enlazado con Platero. “Creo que la vida mirada desde un animal siempre es más bonita. Doña Leo es mi Platero, hace la vida más amable, y me parecía fundamental para el desarrollo de esta novela, que en el fondo es la hija de Platero”. 

Para finalizar y ante la pregunta del presentador acerca de a lo que no se debería renunciar en la infancia, Huerta ha respondido: “a tener un hermano. Uniéndolo con toda la novela, es muy duro ser hijo único”. 

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