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Paqui Bernal: “La novela quiere ser un homenaje a los andaluces, a sus costumbres y valores culturales”

Cultura y patrimonio |

La autora, natural de La Rinconada, filóloga y profesora, ha presentado en Estación de las Letras su segunda novela, ‘Los niños se callan’, donde habla de las relaciones de poder en entornos afectivos, de amor materno filial, pero también de emigración y desarraigo

La Sala Maga ha recibido un nuevo encuentro con una autora local, Paqui Bernal, que ha visitado Estación de las Letras, por tercera vez, en su parada otoñal, con su segunda novela ‘Los niños de callan’ (Viento Norte Editorial). Un encuentro que ha contado con la I Teniente de Alcalde y delegada de Cultura, Raquel Vega, que ha conducido esta cita literaria y ha dialogado con la escritora acerca de esta nueva obra y de sus anteriores trabajos.

“Estamos ante una escritora valiosa que tiene gran parte de su corazón en La Rinconada, a pesar de llevar mucho tiempo fuera de esta tierra. Tiende puentes entre su vida literaria y raíces, como deja plasmada en todas sus obras. Leer a Paqui Bernal es leer una voz honesta, cercana, humana. ‘Los niños se callan’ nos invita a escuchar lo que esconde el silencio, a mirar la vulnerabilidad de la infancia, un libro que es refugio y espejo y donde hay una huella que va más allá de la novela”, ha referido la responsable municipal de Cultura.

También ha destacado que “ésta ha sido una semana importante de escritoras, que dio inicio con el poemario de Pepa Violeta ‘Algo llega para quedarse’; continuó con Marta Robles entre cuyos muchos temas también trata el tema de los abusos y del silencio y, esta tarde tenemos a Paqui Bernal. Estamos tocando temas relacionados entre sí y que nos atañen”.

La escritora, filóloga Románica y Anglogermánica y con amplia formación en escritura creativa tanto dentro como fuera de España, ha iniciado el encuentro afirmando que ‘Los niños se callan’ “quiere ser un homenaje a los andaluces, a sus costumbres y valores culturales, como es la cultura del esfuerzo, la generosidad, la actitud humilde ante la vida”.

En su primera novela, ‘La mirada vaciada’, que también presentó en otra edición de Estación de las Letras, habla de relaciones de poder en entornos afectivos y en esta segunda novela lo vuelve a hacer. “Me llama la atención y me interesa hablar de relaciones de poder, abusos o prepotencia en entornos familiares y amorosos”.

Un título, ‘Los niños se callan’ que tiene dos sentidos: “Por un lado, se relaciona con la frase de que los niños deben callarse cuando un adulto habla y, por otro lado, habla del silencio de los niños cuando les pasa algo”.

La familia de Ana, la protagonista y narradora de esta novela, lleva una vida nómada por España debido al trabajo de su padre. Desde niña acusa esos constantes traslados, que le impiden tener arraigo a ningún lugar y consolidar amistades durante sus primeros años de vida. En determinado momento de su infancia, su madre, Sabel, empieza a mostrar un extraño desapego hacia ella.

Cuando su padre se ausenta del hogar familiar por una larga temporada, la relación materno filial estalla a causa del cruel comportamiento de Sabel. Ese hecho afecta a la personalidad de Ana hasta tal punto que se convierte en una persona vulnerable y muy tímida, y se crea poco a poco una coraza que dificulta sus posteriores relaciones sociales.

“Pasa algo con el abuso emocional infantil en la familia y es que tiende a negarse, a trivializarse e incluso a ridiculizarse, porque es algo que nos asusta”, ha señalado Bernal. “Hablamos de una época, los años 60, donde la incomunicación y la falta de tiempo, porque tenían que ganarse el pan, marcan las relaciones y eso pasa en la novela”.

También toca el tema de la emigración y el desarraigo que impacta en los menores. “En este caso es una familia nómada, que va cambiando de sitio y eso lo hace más difícil porque no es posible que se arraiguen en un lugar, que tengan amigos”. Juega aquí un papel importante la abuela, “basada en mi propia abuela. Muy cariñosa, muy pródiga, previsora. El contraste de la casa de la abuela, llena de vida con la casa de Ana, con las paredes vacías porque se mudan constantemente, también impacta”.

Una relación materno filial, la de Sabel, la madre, y Ana, la hija, que marca a ambas. “A Sabel la redime el hecho de que también tuvo una infancia abusiva. Ambas son las víctimas de las víctimas, algo que se alarga durante generaciones. Las madres están mitificadas, tienen que ser perfectas y las hijas igual. Y eso crea un sentimiento de culpa”.

Una novela dura pero que también quiere lanzar un mensaje de luz: “¿Cómo recuperar la sonrisa cuando han intentado apagarte? La protagonista se refugia en los libros y los seres humanos siempre encontramos un camino para seguir adelante. Al final debemos atesorar los vínculos afectivos, porque cuando se rompen cuesta mucho volver a unirlos”.

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