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El jiennense Navarro Galera sacó 17 amarillas y tres rojas en un partido vibrante, jugado de poder a poder, en el que Sebas y el local Girón fueron evacuados en ambulancia y del que el San José se volvió de vacío
El San José dio la cara en Espiel
ante un rival de enjundia, el recién descendido Atlético Espeleño. El equipo de
Maldonado batalló hasta el final y acabó encerrando a los de Juan Carlos Quero,
pero no consiguió sumar y sigue en la zona baja de la clasificación tras un
choque que tuvo de todo y en el que, por encima de los jugadores, se erigió en
protagonista el colegiado de la contienda, el jiennense Navarro Galera, que
cuajó un partido esperpéntico lastrado, más que por sus errores, que también,
por su afán de protagonismo.
El choque comenzó bien para los
cañameros, que salieron a jugar de tú a tú a su rival. En el minuto 10 -antes
solo es reseñable un balón que se paseó por la línea de gol azulina sin
encontrar rematador-, un córner botado de forma magistral por Pedro Varona,
sirvió a Jaime Otón, el mejor del partido, para cabecear a la red el primero de
los goles de los de Maldonado.
No obstante, el partido iba a
cambiar. En el 16, un balón cedido a Sebas corto obligó al arquero a salir a
por todas. Girón, el punta cordobés, también fue a cazar la pelota con el alma,
y ambos chocaron haciendo saltar las alarmas en el campo. El portero,
conmocionado y con lo que parecía la mandíbula rota (tras las últimas exploraciones
parece que no es así) y el delantero visiblemente conmocionado y con varias
heridas abiertas que requirieron sutura. Por momentos hubo tensión en el campo,
tuvo que aparecer una ambulancia que evacuó a ambos futbolistas. A todo esto,
Navarro Galera señalizó penalti, en una jugada en la que ambos miraban el
esférico y en la que chocan de forma fortuita con las consecuencias comentadas.
El San José tuvo que sustituir al portero, como es obvio, y Álex, el otro
arquero azulino, no estaba en la convocatoria, donde aparecía el juvenil
Fernando, el hermano de Miguel Montaño, llegado esta campaña desde el Gerena.
El chaval, que no estaba previsto que jugase, tuvo que ponerse bajo palos y su
primera intervención fue sacar el balón de la red en el tanto del empate,
porque Bono, el mejor de los locales, no erró la pena máxima. Era el minuto 22,
desde el momento en el que se había producido la lesión. Y tres minutos más
tardes, después de una jugada en la que el jugador local se ayuda de la mano
para llevarse el cuero, la pelota llega a Bono dentro del área, Colela deja la
pierna y el jiennense vuelve a señalar penalti. El error vino en no señalizar
la mano del jugador cordobés, aunque éste es más achacable al juez de línea del
árbitro de la contienda. Bono volvió a marcar y, lo que parecía un cuento de
hadas, se tornaba en pesadilla, con dos penalties muy polémicos, que compartían
el interés de los aficionados con la evacuación de los futbolistas lesionados,
que se producía en ese momento. Cuando la ambulancia abandonaba el recinto, el
San José empató, por medio de Álvaro Loro, que tocó con la punta de la bota una
falta lanzada por Guti, el héroe en esa acción, lo que hizo que, al descanso,
los equipos llegaran empatados. Lobo y Varona tuvieron ocasiones para hacer el
tercero y Fernando, el joven arquero que debutaba por obligación, sacó un pie
magistral a un remate del Espeleño.
En la segunda parte casi no se jugó.
El Espeleño marcó el tercer tanto, por medio de Barto, que remató una gran
jugada de Bono, con el que acabaron soñando los cañameros. Y a raíz del tercer
gol, empezó el verdadero recital de Navarro Galera, que empezó a parar el
partido para amonestar a diestro y siniestro. Lo que había sido hasta entonces
un colegiado muy casero, se convirtió en un pistolero que, a cada falta sacaba
amarilla, llegando a contabilizar 17 entre ambos equipos más tres rojas. Dos en
el banquillo del Espeleño y otra al futbolista cordobés Jesús, que hizo que los
de Juan Carlos Quero acabaran el partido con un futbolista menos.
El San José lo intentó, aprovechó
el paso atrás de su rival en busca de conservar la renta, para embotellar la puerta
de Mejicano, aunque sin opciones claras de gol. Un intento de remate con la
testa de Montaño, una falta de Rubén que se fue muy alta y un remate de Lobo en
el punto de penalti ante una nube de piernas cordobesas fue el bagaje azulino
en el tramo final. Cuando pasaban cuatro minutos del 90 -se habían perdido
muchísimos más-, con córner a favor del San José, Navarro Galera concluyó su
esperpento pitando el final, dejando al San José ahogado en la orilla.
Tras la retirada de los
futbolistas, el delegado cañamero, Peña, recibió la hostilidad del informador
arbitral, presente en el duelo, cuando se dirigía a preguntar al árbitro “cuánto
tardaría en redactar el acta”. Dicho informador, con una evidente falta de
modales, no permitió al delegado azulino acercarse a la caseta de Navarro
Galera. En pleno cruce dialéctico, el trencilla vivió el epílogo de su
particular obra maestra, saliendo a la puerta de su vestuario con aire
desafiante, sin saber que nadie paga una entrada para ver a un árbitro.
La próxima semana, en el Felipe del Valle, el San José recibirá al Ciudad Jardín, también de la capital cordobesa, que ha alternado luces y sombras en las siete jornadas disputadas. En ese duelo, con seis puntos de 21 posibles, el San José recuperará las urgencias por sumar.