01/03/2009
Manuel Alfonso Rincón
Perdonen que ante los problemas que me rodean -el hambre en la República, la CNT que no para, el pueblo que quiere cultura- no me acuerde del fútbol.
Y es capítulo importante, se lo aseguro, en los libros que tengo preparados sobre el pueblo y el barrio, y es el aspecto más importante de la vida de los pueblos y ciudades en tiempos de paz (o sea, cuando no hay guerra ni revoluciones ni años clave de nuestra Transición); fuera de esos momentos, nada más importante que el fútbol; ¿un ejemplo? en el verano del 95 cerraban Astilleros, miles de trabajadores a la calle y nadie se movió; de pronto "que el Sevilla baja a 2ª B" ¡y toda Sevilla en manifestación días y días!
Y en los pueblos, lean un mes de prensa desde los 70 para acá y verán que el 90% de sus esfuerzos, excepto 2-3 de cerca de Sevilla, son para el fichaje de jugadores, del mejor entrenador, en vencer a los pueblos vecinos; es más, creo que el verdadero representante de un pueblo no es ni su escudo ni su historia ni su alcalde: es su equipo de fútbol.
Pues hoy toca fútbol, aunque un fútbol que a la vez es historia pura del barrio porque sucede de pronto que San José ¡se queda sin campo de fútbol, que están tirando en mitad de la Liga el estadio de la Cañamera y no tenemos otro!. Bueno sí, tenemos un patatal en el polideportivo, y mira que íbamos bastante bien clasificados, los 5º en la Regional preferente a sólo 4 puntos del Sanlúcar y el Dos Hermanas y a 3 del Puebla.
¡Y con una victoria en el campo del Osuna que hemos conseguido este domingo! Tanto que toda la prensa titula el "San José vuelve por sus fueros, vuelve a la lucha por el título; dos victorias seguidas y viendo el calendario, los de Fernando Toro tienen las mejores perspectivas".
Ay, Fernando Toro, todavía conservo una conversación con él: entrenador con título nacional, loreño de nacimiento, preparador en pasadas temporadas del Lora, Constantina, Arahal y Palma del Río, y con 2-3 ascensos en su haber en varias categorías, con nuevas ideas tácticas y creyendo en nuestra cantera, y aguantando carros y carretas del público de muchos campos, como el día que en Cantillana el árbitro Álvarez García cobró lo suyo (hasta un brazo roto), y él y nuestros jugadores corriendo para no cobrar también.
O sea, con ilusiones de subir a 3ª y de pronto ¡que nos hemos quedado sin estadio!.Y claro, hemos entrado en crisis, con el agravante de que muchos socios han exigido al Presidente la convocatoria de una Asamblea para deponerlo, o algo así, ya que creen que el culpable de todo es él, José Luis Donado Sánchez de León, más preocupado por su partido el PA que por la marcha del club.
Y el problema es que hay que seguir jugando la Liga, y el polideportivo no está para un Campeonato oficial con sus piedras, cristales rotos y basuras sueltas, con evidente peligro para la integridad física de los participantes.
Pues tragamos saliva y con la esperanza de que el nuevo estadio municipal se inaugurara pronto, seguimos temporada adelante perdiendo con el Ibarburu (3-1) y el Lora (3-0), entre otros, y aunque nos recuperamos un tanto ante el Utrera y el gallito Dos Hermanas (1-0) y ante el Camas (2-0), el ascenso se nos fue quedando muy lejos, muy lejos y ya del 6º no pasamos.
Pero queda para la historia del barrio la sorpresiva desaparición del campo de la Cañamera en el que tantos jugamos y que tantas glorias dio al equipo de ese nombre y al San José, y el problema que creó en un club que marchaba viento en popa y que se quedó con las miel en los labios y los nervios hechos cisco. Y la quincena que viene, hablaré del Rinconada.