Deportes |
Marcos Conde Cuenca es un joven nadador rinconero de 23 años, cuyas aspiraciones fueron truncadas por una ardua situación emocional. Afrontó sus adversidades y se recreó como persona
La depresión es un problema cada vez más común en jóvenes generalmente y en deportistas específicamente también. Si a años atrás se remite, en 2021 y 2022 los jóvenes hicieron récord en este ámbito. La pandemia ha desgastado mucho a la salud mental de las personas en general. Según la Asociación Española de Pediatría (AEP), tras la pandemia se ha aumentado en un 47% los episodios de ansiedad, estrés o de autolesiones en niños y jóvenes. Además, los expertos han cifrado que hay entre un 40% y un 60% de menores con este tipo de problemática sin tratar.
Marcos Conde Cuenca es un joven nadador rinconero de 23 años, cuyas aspiraciones fueron truncadas por una ardua situación emocional. Cada vez más común y peligrosamente normalizada en jóvenes. El joven estudiante de Arquitectura en la Universidad de Sevilla, demostró ser un profesional dentro y fuera de la piscina. Afrontó sus adversidades y se recreó como persona.
¿Cuántos años llevaba compitiendo hasta que lo dejó?
He competido de forma profesional desde los 11 años.
¿Cuándo se dio cuenta de que podía dedicarse a la natación, de manera más profesional?
Realmente yo era muy pequeño yo lo hacía porque me gustaba, se creó el club y simplemente fue tomar la decisión de seguir nadando porque el equipo ya había desaparecido y a mí me gustaba mucho nadar. Entonces dije vale pues si esta es la forma que tengo de nadar, pues habrá que meterse. Y poco a poco ya me di cuenta de que a mí lo que me gustaba era eso, entrenar duro, tomarse las cosas con una cierta competitividad. La emoción de competir, entrenar para algo y después ganar y sentirte de verdad como que vales para eso, es muy bonito.
¿Cómo lo has llevado emocionalmente a la hora de complementarlo con tus estudios?
A ver, obviamente, sobre todo ahora con arquitectura siendo una carrera que requiere tanto trabajo de forma diaria y también es muy exigente, pues tienes que tomar ciertas decisiones. Sobre todo, por tú estado psicológico, que al fin y al cabo para mí el deporte te enseña no solo a estar bien en forma física, sino también es algo fundamental en la cabeza. Cuando ya estás en un nivel que de verdad compites y todo el mundo es rápido, lo que cambia es la cabeza. Se nota mucho la persona que tiene la cabeza bien establecida y que tiene las cosas claras.
¿Ha primado su círculo emocional sobre los estudios y el deporte?
Soy una persona que al haber competido mucho cuando era pequeño y haber ido a tantos sitios a competir, me he subido a muchos podios, he sabido lo que ha sido ganar. Cuando ya me di cuenta de que el deporte que yo practico no es un deporte que a mí me vaya a dar el tipo de vida que yo quiero, pues tuve que tomar la decisión de dejar ese deporte de lado.
La piscina para mí sigue siendo un pilar fundamental en mi en mi vida, pero entiendo y comprendo que sobre todo soy una persona muy sociable. Me encanta estar rodeado de amigos, me encanta estar con mi familia, mi pareja, además. Yo le doy mucha importancia a eso, entonces la cosa fue buscar el equilibrio.
¿Y esta etapa que dice, es de las peores experiencias a nivel mental?
Sí porque en el punto en el que tú te exiges muchísimo, tienes claro el objetivo al que quieres ir. Pero hay un punto en que ya la autoexigencia pasa a la presión. La presión pasa a que cada vez que nadas, porque la natación como muchos otros deportes tú vas contra el cronómetro, el cronómetro es lo que dicta si tú eres bueno o malo y te puedes quedar fuera de un campeonato por 0,02 o puedes quedar cuarto por 0,02 por una mano, por una uña sabes. Y pasa, a mí me ha pasado muchas veces sabes y tienes que aprender a lidiar con ello, y yo en ese momento no tenía ayuda psicológica, no aposté por eso sabes. Lo lidiaba yo de la forma que creía que se lidiaba, y no era la correcta. Entonces fue eso, fue entrar en un hoyo en el que yo me echaba piedras a mi mochila.
¿Cómo autogestionaba su frustración?
Pues al principio mal, o sea yo creo que la verdad que cuando mejor he rendido deportivamente por resultado, creo que ha sido la peor época de gestión que he tenido. Yo no sabía cómo gestionar todas las derrotas que tenía porque en el deporte se pierde más de lo que se gana. Cuando se gana está guapísimo. Pero se disfruta y se valora esa emoción por el hecho de que tú has perdido muchísimo porque siempre va a haber alguien que un día esté mejor que tú, o se puede dar la casualidad de que te salga una mala prueba por lo que sea. Yo he perdido campeonatos de Andalucía por errores míos. Y eso, al fin y al cabo, no te puede afectar, porque a lo mejor dentro de 20 minutos tienes que tirarte otra vez al agua para nadar contra la misma persona que te ha ganado. Y tienes que tener la cabeza en el mismo sitio que la tenías en la anterior y si no eres capaz de saber redirigir tus pensamientos y tus emociones eso puede hacer que te salga mal una competición que llevabas muy bien planteada. Aunque físicamente estés muy bien, como la cabeza no te no te funcione estás perdido.
Y yo la época que tuve, que me desconecté de los campeonatos nacionales porque ya no quería ir. Ya no estaba a gusto, no quería saber lo que era eso, lo pasaba muy mal. Porque cada vez que me tiraba al agua, yo salía con ganas de llorar. Yo sentía que no era feliz haciendo el deporte que a mí me encantaba en verdad.
Ahora Marcos ha redirigido su vida. Se encuentra mucho más a gusto consigo mismo gracias a la ayuda psicológica que su club le proporcionó. Ha pasado a focalizarse en sus estudios y a tomarse el deporte de su vida como un hobby.