El autor rinconero presentó en Estación de las Letras ‘Animales de carne y verso’, un poemario de amor y desamor escrito desde lo cotidiano y la normalidad para gente que no habla en metáforas pero que entiende de la belleza en las letras
Los de David Romero no son veinte, como los de Neruda, sino 59 poemas. De amor, pero también de desamor, penurias y lujuria. Recopilados bajo el título ‘Animales de carne y verso’, que une la naturaleza más básica con la sensibilidad y el lirismo. El poemario fue presentado en una nueva escala en la Parada Otoñal de Estación de las Letras que llenó la Sala Maga de aficionados al gimnasio y a la poesía y que contó con el delegado de Hábitat Urbano, José Manuel Romero Campos, que dio la bienvenida a este encuentro literario.
Aseguró Jairo Valencia Piedrahita, que acompañó a Romero en la presentación de la obra, que ‘Animales de carne y verso’ es “una alegoría del amor de cama, de los sueños en compañía, de las despedidas vacías y los sueños rotos. Un canto a la nostalgia para que no duela, un grito de esperanza para darle al mal tiempo su mejor cara”.
El poemario, primera obra del poeta rinconero, reúne con valentía sentimientos descarnados y profundos, pero de una forma cercana y asequible. Huye de irse por las ramas, porque su pretensión es escribir de forma que todo el mundo se vea reflejado en lo escrito.
Intento de plasmar “la vulgaridad y lo cotidiano”
“Cuando escribo intento plasmar que la vulgaridad y lo cotidiano es lo que está más lleno de magia, es de lo que nos nutrimos”, explicó. Pero vulgar no entendido como “sucio”, sino como lo común y lo general. “No vamos por la vida recitando poesía, ni hablando con metáforas. Lo vulgar al final es el día a día. He intentado plasmar eso y hacerlo desde lo cotidiano”.
Su poesía es el día a día de la vida, de las relaciones, de las parejas y de los sentimientos. Sin artificios, con naturalidad, pero sacando a la luz lo que parece que da pudor mostrar. “Nos escondemos para para desnudarnos y sin embargo la guerra la hacemos a plena luz del día. Y sobre todo hacemos la guerra con los que más queremos, que son los que están a nuestro lado”.
De presencia contundente y preciso en palabras, reconoció David que habla poco. Pero cuando lo hace tiene un eco lírico que sentencia. Su discurso, y su poesía, está plagado de sensibilidad. Heredó “la vena poética” de su madre, a la que “cuando era pequeño veía siempre escribir, me ponía a su lado y me recitaba. Poco a poco fui escribiendo y cogiendo mi estilo, modificándolo con la edad. Porque con 11 años no escribía erotismo desde luego”, bromeó.
Recuerda que el primer poema que leyó fue ‘Definición del amor’, de Antonio Gala. Aseguró que no le marcó para aventurarse en el género y que lo hizo por interés y necesidad personal. Y dejándose en su poesía de lleno. “Todo poeta escribe de sí mismo. Pienso que no puede ser que alguien que escriba poesía no la sienta”. Hasta el punto de que “un 80% del poemario es biográfico”. David Romero es pues el animal de carne y verso detrás de estos 59 poemas.
Poesía del desamor porque “siempre estamos rotos”
En el poemario hay “mucho de amor, mucho de la pérdida, mucho del dolor, mucho incluso de la nostalgia de la despedida”. No por una vida más desdichada, definiéndose dentro de la normalidad de amores y desamores como cualquier persona. Aunque reconoció que le es más fácil escribir del desamor porque “siempre estamos rotos, y siempre estamos esperando a ver cómo nos rompemos”.
Sus compañeros y compañeras de crossfit fueron los primeros en leer el libro y en rendirse a su poesía, primeros de muchos como demuestra la buena acogida que está teniendo el poemario. De este primer libro solo espera que quien lo lea “se sienta identificado. Si pasa creo que el cometido está cumplido”. Además del lirismo que atrapa, su poesía es “normal, es escribir a lo cotidiano y a lo mundano. Tengo poesía más metafórica, pero quería otra, que le llegara todo el mundo, que cualquiera pudiera leerla y digerirla”. En este sentido, desveló que quería “un libro de poemas para gente que no entiende de poesía y que siente lo que lee”. Y como está teniendo tan buena recepción, no teme la crítica de los entendidos en el género, porque él habla de belleza y sentimientos que conectan con el público más real.
Aseguro que con el poemario “todo está yendo muy rápido”, y aunque pueda estar viviendo su sueño “debería disfrutarlo más y no me está dando tiempo”. Recomendó la música de Robe Iniesta para leer ‘Animales de carne y verso’. Recogió la sugerencia de ilustrar su poesía – ya que también se le da bien el dibujo – y adelantó que ya trabaja en su segundo libro. Y que por ser, como su padre, “muy perfeccionista” lo hace a conciencia para que “el segundo libro sea mejor”. Y como poeta local ya con proyección fuera de La Rinconada se aventuró a recomendar a quienes se inician en la literatura “que sean impulsivos y que escriban lo que sientan. Que se equivoquen, porque equivocarse es la única forma de crecer”.