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Estefanía de Paz: “El teatro es un ritual que crea un círculo infinito de escucha, atención, emoción y lágrimas”

Cultura y patrimonio |

La actriz lleva al teatro de La Villa su obra ‘Olvido Flores’, una ficción con base de realidad y recuerdo a los olvidados que nadie reclamó tras la Guerra Civil

El teatro también es literatura y, en este otoño, ha sido el cierre de Estación de las Letras. Como arte escénica, género literario y lugar para la memoria y el recuerdo. Todo de la mano de ‘Olvido Flores’, el personaje y la obra de teatro de Estefanía de Paz Asín que puso este pasado sábado punto y final al recorrido del tren de las letras de La Rinconada en el viaje de 2025.

Olvido Flores es un personaje de ficción, mezcla entre “plañidera, esta profesión antigua y desaparecida de las mujeres que lloran a otros muertos; payasa de cara blanca y humor negro, en referencia al circo, y la catrina mexicana”, explicaba la autora. Con esos mimbres y caracterización acorde, regenta una sucursal de objetos olvidados y “a partir de los que recibe va contando historias”. En concreto dos, y en relación con la Guerra Civil.

La primera le toca a la autora de forma directa, ya que es la de su bisabuelo, el veterinario municipal de Tafalla, en Navarra, que desaparece y no vuelven a tener noticias de él hasta en la exhumación de una fosa en 1978, donde aparece y es reconocido por los dientes de oro. “Mi padre, más allá de intentar llenarse de ira, le da la vuelta a la tragedia, funde los dientes y hace dos alianzas para casarse con mi madre. Una historia bonita a pesar de lo dramático”, y que decidió incluir en su actuación.

“Justiciera escénica de los olvidados”

La segunda es la del circo Anastasini, “de origen italiano, que está de gira por el norte de África y sube a la península en primavera del 36. Hace su gira con tan mala suerte que el 18 de julio llega a un pueblito navarro, Lodosa, que no supera los 4.000 habitantes, y tras hacer el espectáculo, la troupe de 50 artistas, tiene que desaparecer, abandonando la carpa, un elefante y un montón de caballos”, relató la actriz.

Una “imagen desoladora que me encoge el corazón y como artista, me siento en deuda con ellos”, de ahí que también estén en su obra. “En mi casa, al abuelo lo echaron de menos. Pero a esta gente nadie los echó de menos, nadie los reclamó. Por eso Olvido Flores cuenta estas dos historias”. Apostillando que “no soy historiadora, pero me siento una justiciera escénica de los olvidados”.

La obra también es una metáfora que lleva de la sinrazón a la memoria. “La Guerra Civil fue entre hermanos y primos, fue vergonzosa, pero peor es que pille a gente ajena al conflicto y se la lleve por delante. Que después de haber hecho reír a todo un pueblo tengan que salir escopetados a mí me parte el corazón como artista”. Y para ello “Olvido viene a llevar flores toda esa gente olvidada a la que nadie se las lleva”.

Creada para formato reducido, de caravana y escenario nómada – a modo de compañía circense o teatro ambulante – y corta duración, la obra se amplió manteniendo el aforo cercano, de unas 50 personas, y 30 minutos de representación, como se llevó al escenario de La Villa. El público no es mero espectador, ya que subió e interactuó en la obra, y después compartió encuentro con la actriz y autora de ‘Olvido Flores’.

Encuentro con el público para llenar la obra de verdad

“Me parece bonito mantener el formato de media hora y luego hacer el encuentro con el público para dar veracidad a esta ficción que acaban de ver. Pongo una foto de mi bisabuelo para que le pongan cara, la foto de la carpa del circo Anastasini para que vean cómo fue”, lo que llena la representación de verdad.

Además, “al ser un espectáculo de pequeño aforo, la gente se me acerca y siente la libertad de contarme historias. El año que viene se cumplen 90 años y aún hay mucho dolor”. Espectadores “con lágrimas en los ojos” que llevan su memoria para que la del recuerdo que Estefanía de Paz reclama desde su arte siga ensanchándose. Porque “el teatro es un ritual que crea un círculo infinito de escucha, atención, emoción y lágrimas”.

Si bien surgió como obra teatral, posteriormente ‘Olvido Flores’ también llegó al papel. “Está inmortalizada en forma de libro, que cuenta un poco más de lo que lo hace la historia en la escena”, además de “visibilizar a parte del equipo” (vestuario, música, fotografía) que hacen posible el espectáculo. Un libro que los espectadores que compartieron representación y encuentro se llevaron como regalo de esta experiencia tan singular.

Como epílogo, la actriz explicó que “después de toda esta historia oscura, hay un niño, el hijo del dueño del circo, Renato, que significa renacido”. Él encarna la novena generación de los Anastasini, que huyeron a Florida vía Portugal, y que desde allí, siguió haciendo reír, como continuaron sus hijos y ahora sus nietos. “Me parece una conclusión muy bonita, ya pasó este horror pero renacemos, y aquí seguimos y seguiremos, pese a esa oscuridad, como un haz de luz”.

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