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1-1: Con la miel en los labios

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El Rinconada pierde en el alargue sus opciones de ascenso ante el Cerro. Al final, asciende el Pilas a Primera Andaluza

Si quieres caldo, toma dos tazas. Después de la injusticia hecha fútbol que personificó el Rinconada hace quince días ante el Nervión, la historia volvió a repetirse en Hytasa ante el Cerro con un guión aún más cruel.

Los pupilos de Andrés Millán vieron como el objetivo de todo el año se le escapaba de las manos en el alargue, cuando pasaban seis minutos del tiempo reglamentario, después de un partido que, si bien no había sido brillante, si lo habían tenido controlado sin excesivos problemas los blanquiazules.

La movilización de aficionados rinconeros había sido muy buena y la gente iba muy enchufada al Cerro del Águila, convencida de sus opciones y dispuesta a lograr la victoria para certificar el ascenso a Andaluza. Ya antes del comienzo, los aficionados visitantes, inferiores en número a los locales, se hacían oír con sus cánticos y llamaban la atención por el colorido blanquiazul de sus vestimentas. El Cerro trató de equiparar fuerzas en el ese sentido vendiendo camisetas locales y repartiendo bufandas marino y naranja, pero el asalto de las gradas era claramente favorable a los del Nuevo Ramos Yerga.

Una vez echó a rodar el balón, en la primera ocasión del Rinconada en el prólogo del partido, Braulio recibió un balón en el área, el arquero repelió su lanzamiento pero el rechace lo controló el delantero que, a la segunda, no perdonó, y puso por delante a los rinconeros, certificando, aunque quedaba todo el partido por delante, el ascenso a Andaluza.

El Rinconada ganando no tenía nada que mirar en otros estadios. El Cerro también dependía de sí mismo, si lograba la victoria, mientras que el empate beneficiaba a un tercero, el Pilas, siempre que los de Julio Monsalve doblegaran al Paradas, su rival en el Manuel Leonardo Ventura la última jornada.

Desde Pilas llegaban noticias de la victoria local, pero el Rinconada seguía ascendido y controlaba, sin excesivos apuros, a un Cerro muy desordenado tácticamente, donde el veteranísimo capitán Sergio Hurtado seguía llevando la batuta. No obstante, el partido pedía un segundo tanto rinconero porque los cerreños arriba tenían mucha dinamita. Su ocasión más clara en el primer acto, casi la única en la meta de Dani, llegó a la contra, en un balón que puso Nene al segundo palo donde Sergio, libre de marca tras una desaplicación defensiva visitante, estaba solo para controlar y encarar al arquero en el mano a mano. Buscó una vaselina espectacular pero se le fue fuera por poco. Respiraba el Rinconada.

Lo único reseñable, al margen de lo anterior, de la primera parte, fue la lesión de Díez, que se retiró con problemas en la rodilla y dejó su sitio a Sedeño por cuyos pies fluyó el mejor fútbol del Rinconada. Todo ello sin olvidar que la enjundia del partido le iba muy grande al colegiado, Gomero Castro que, sin ser determinante en el arbitraje, si evidenciaba jugada a jugada que no estaba a la altura de lo que había en juego.

En la segunda mitad, conforme avanzaron los minutos, el Rinconada, al que le valía el resultado, fue dando pasos atrás, mientras el Cerro se volcaba, sin llegadas claras, sobre la meta de Dani. Sergio marcaba un gol invalidado previamente por fuera de juego y los de Andrés Millán trataban de parar el juego al máximo, buscando ralentizar el partido ante un Cerro desquiciado que mordía el anzuelo tendido por Andrés Millán.

El único problema existente para el alirón rinconero radicaba en lo exiguo del marcador, por la dinamita ofensiva de los de Salvador de la Cerda. Y fue en el 96, después de dar nueve de alargue el trencilla, cuando un balón colgado lo remató un jugador del Cerro a la red poniendo el empate, arrebatando el ascenso al Rinconada y desatando la alegría en Pilas.

El entrenador local y algunos integrantes del banquillo marino y naranja no tuvieron mejor ocurrencia con el empate que festejarlo con cortes de manga y manos en los genitales mientras miraban a los aficionados rinconeros, lo que contribuyó a calentar un ambiente que había sido tenso desde el inicio. El empate tampoco valía al Cerro, que lo intentó hasta el final, al igual que el Rinconada, pero el enorme derroche físico que tenía a todos los jugadores extenuados por el tremendo calor reinante en Hytasa hizo que el marcador ya no se moviera, dejando segundo –y en Andaluza- al Pilas, tercero al Rinconada y cuarto al Cerro.

Tras el encuentro se desató una batalla campal en el césped de Hytasa que dejó un espectáculo vergonzoso y que no representa el trabajo de uno y otro equipo a lo largo de la temporada. Un amplio repertorio de lo que no debe suceder en un campo y que centra la crónica del envite en energúmenos que no representan ni a Cerro ni a Rinconada en lugar de en el esfuerzo de dos equipos que, hasta el último segundo, dependieron de sí mismos para ascender.

El Rinconada acaba el año tercero, a la espera de una posible vacante que le permita el ascenso pero que, a tenor de los descensos de Tercera, parece poco probable. Y aunque las lágrimas fueron la nota dominante tras el envite el tiempo irá poniendo en valor la gran temporada realizada por los pupilos de Andrés Millán.

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